En un artículo titulado «¿Cómo leer la Biblia hoy en Euskal Herria?», de la revista Herri 2000 Eliza, que habitualmente da voz a los terroristas de ETA, el teólogo y miembro de la «Koordinadora de sacerdotes de Euskal Herria», Kepa Ezeolaza, plantea «diez mandamientos para la lectura en euskara (vascuence) de la palabra de Dios».
Ezeolaza parte de la tesis de que «con la validación de todas las lenguas como igualmente sagradas para leer y escuchar la palabra de Dios cada cual en su pripia lengua, como en el día de Pentecostés, la apuesta por su aplicación ha supuesto un enorme reto para las iglesias con lengua propia, y especialmente para la Iglesia de Euskal Herria, vista la situaciónheredada».
Entre los preceptos de este decálogo propuesto por uno de los próceres del nacionalismo clerical vasco, se encuentra una apuesta clara por «inculturizar», ya que, a su entender, «cada pueblo tiene su trayectoria cultural reflejada en sus mitos, sus costumbres y lenguas. Si Israel es prototipo de pueblo escogido todos los otros pueblos lo son también. Ignorarlo sería falsear la misma Biblia».
Del mismo modo, Ezeolaza sugiere que hay una «obligación primordial de enseñar al pueblo en las categorías comprensibles para ellos, en la lengua que no puede ser sustituida arbitrariamente», como si la inmensa mayoría de los vascos no supieran hablar en la lengua de Cervantes. Aqune en parte, reconoce que no todos los nacidos en las provincias vascongadas dominan el vascuence: «Euskal Herria y Euskal Eliza han acumulado un retraso secular en el campo de la lectura por la desidia de sus gobernantes y la ignorancia de suspotenciales lectores».
Según describe Ezeolaza, teología y política lingüística van de la mano. Según su particular visión, es necesaria «una buena teología sobre correcta política lingüística, impidiendo que se anule la correcta inculturación bajo la escusa (sic) de que es política». El sofisma, prosigue, «tiene curso hoy: si la Iglesia de Euskal Herría está inspirada en la orientación que han dado Setién y Uriarte, es política; si la orientación la dan Sebastián, Rouco y Munilla, entonces no. Esos "despolitizan"».