A la pregunta ¿ayudó, o abandonó Pío XII a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial?, autorizados historiadores católicos han respondido con documentos en la mano. Pablo VI creó un equipo de investigadores a quienes les abrió acceso a los archivos para que publicaran todo lo publicable hasta entonces. Entre 1965 y 1982, vieron la luz los once volúmenes en doce tomos de las Actes et Documents du Saint Siège rélatifs à la Seconde Guerre Mondiale (Actas y Documentos de la Santa Sede relativos a la Segunda Guerra Mundial). Esta documentación muestra cómo Pío XII hizo mucho más que cualquier Gobierno o institución para salvar a judíos de la barbarie nazi. En las últimas décadas, sin embargo, el debate sobre la actuación de Pío XII parece haberse convertido en un diálogo de sordos.

Por una parte, nuevos documentos vaticanos publicados siguen reforzando la importante labor del Pontífice, mientras que entre otros sectores de la opinión pública mundial, en particular judíos, se mantiene la acusación de El Papa de Hitler, a pesar de que John Cornwell, el autor del libro con este título, ha reconocido que su tesis ha sido contradicha por nuevos descubrimientos históricos.
 
En este diálogo de sordos, sin embargo, hay voces que han comenzado a cantar fuera de coro. Se trata de exponentes judíos a quienes los nuevos documentos descubiertos, que demuestran la ayuda del Pontífice hacia sus hermanos, les ha suscitado una pregunta: ¿no se estará cometiendo la peor de las injusticias con el Papa Pacelli? Entre estas voces, se encuentra el rabino y profesor de Historia de varias Facultades en los Estados Unidos David Dalin, autor del libro El mito del Papa de Hitler: Cómo Pío XII rescató a judíos de los nazis, para rebatir la simplificación del libro de Cornwell, que presentaba al Papa Pío XII «como el eclesiástico más peligroso en la historia moderna, sin el cual Hitler nunca habría podido continuar adelante con el Holocausto».
 
«Pío XII no fue el Papa de Hitler, sino un protector y amigo del pueblo judío en el momento en que era más importante», explica a Alfa y Omega este rabino. Si bien reconoce que «nadie hizo lo suficiente durante el Holocausto», ese Papa se sirvió de su experiencia como Nuncio apostólico en Alemania durante los años veinte, y luego como Secretario de Estado del Papa Pío XI en los treinta, para salvar vidas udías durante la guerra. Dalin, autor de varios libros sobre historia del judaísmo, ofrece datos que son fáciles de comprender: si bien aproximadamente el 80% de los judíos que vivían en la Europa ocupada por los nazis fueron asesinados por los nazis durante el Holocausto, en Italia, donde el Papa tuvo un mayor margen de maniobra, «casi el 85 por ciento de los judíos sobrevivió», incluyendo el 75 por ciento de la comunidad judía de Roma, que se benefició de su ayuda directa.
 
Los judíos fueron acogidos secretamente, por indicación del Papa, en 155 monasterios, conventos e iglesias de Italia, incluyendo 3.000 de ellos en Castelgandolfo, la residencia de verano del Papa fuera de Roma. La recién redescubierta película Guerra a la guerra, realizada en 1948 por una productora italiana, Orbis lo prueba con imágenes directas de aquellos hechos.
 
«En ninguna otra localidad de la Europa ocupada por los nazis se refugiaron tantos judíos, durante tan largo tiempo, como en Castelgandolfo», explica el rabino Dalin. «Esto no se habría podido hacer sin la aprobación personal ni la participación activa de Pío XII».
 
Algunos críticos de Pío XII han comenzado a revisar sus posiciones, con la publicación de una de las últimas obras de uno de los historiadores más  respetados en Gran Bretaña, sir Martin Gilbert, no sólo por ser el gran biógrafo de Winston Churchill, sino también por su contribución a la historia judía. En su libro Los Justos, héroes desconocidos del Holocausto (The Righteous: The Unsung Heroes of the Holocaust) y en otras declaraciones, Gilbert demuestra todo lo que la Iglesia católica hizo en defensa de los judíos, oponiéndose al racismo y al nazismo, y afirma que «Pío XII debería ser elogiado y no censurado».
 
El debate y las acusaciones contra Pío XII ha afectado negativamente en las últimas décadas al diálogo católico-judío. Y, dado que la Fundación Pave the Way (PTWF), fundada por el judío de Nueva York Gary Krupp, busca entre sus  objetivos principales allanar el camino del diálogo interreligioso, ha tenido que afrontar esta cuestión. Por este motivo, la Fundación ha emprendido, desde hace unos años, un estudio independiente sobre la figura histórica de Pío XII y su relación con los judíos. Los resultados comienzan a hacerse públicos ahora.
 
El mismo Krupp ha explicado a Alfa y Omega que, cuando era niño, siempre escuchó entre sus allegados bastantes críticas al Papa Pacelli, y por eso tenía un prejuicio negativo bastante arraigado. Sin embargo, tras haber estudiado miles y miles de documentos, anuncia que pedirá para Pío XII, el reconocimiento de Justo entre las naciones al Yad Vashem de Jerusalén, la institución de la memoria del Holocausto que ofrece este título oficial por parte de Israel.
 
Gary Krupp afirma: «Podemos demostrar que la intercesión directa del Papa ha salvado a centenares de miles de judíos. Acausa de la naturaleza del alto cargo que desempeñaba, obviamente, Pacelli casi nunca estuvo en contacto directo con quienes salvaba. Una excepción conocida es el caso de la intercesión en favor del doctor Guido Mendes, un amigo de la infancia, judío ortodoxo. Pacelli intervino personalmente para enviar a la familia Mendes a Palestina en 1938».
 
Según Krupp, «puede también afirmarse que las acciones de Pacelli han sido realizadas bajo amenaza de muerte. En un encuentro de emergencia con los cardenales, solicitado por el Papa Pío XII, el 6 de septiembre de 1943, informó a los purpurados de que había firmado una carta de dimisión que se encontraba en su escritorio, ya que esperaba ser secuestrado de un momento a otro» por los nazis. «Los cardenales habrían debido hacer las maletas y estar preparados para dejar inmediatamente el Vaticano para pedir ayuda a un Gobierno neutral, desde donde habrían debido elegir a un nuevo Papa. Este encuentro de urgencia tuvo lugar, un mes antes del arresto de los judíos de Roma, y el Papa decidió interceder en seguida para salvarlos».
 
La historia recibió también confirmación de fuentes nacional-socialistas. «Recientemente, hemos obtenido de Alemania la declaración jurada del general Kart Wolff, segundo de Himmler y comandante en Italia, al que Hitler le ordenó un plan de conquista del Vaticano y el secuestro del Papa», cuenta Krupp.
 
Por otra parte –añade–, «tenemos el testimonio grabado de monseñor Giovanni Ferrofino, de 97 años, secretario del Nuncio en Puerto Príncipe (Haití) durante la Segunda Guerra Mundial, que junto al Nuncio actuó personalmente, a las órdenes directas de Pío XII, dos veces al año, para obtener visados para los judíos que llegaban desde Portugal a la República Dominicana. Esta actuación salvó a más de 10.000 judíos, que eran enviados a América con la ayuda de monseñor Ferrofino, a través de Cuba, México y Canadá».
 
Hasta aquí todas las voces citadas son de exponentes judíos. Alfa y Omega ha podido hablar, en días pasados, con el sacerdote italiano don Giancarlo Centioni, que hoy tiene 97 años, y que formó parte de la red creada por Pío XII para repartir pasaportes y dinero entre los judíos durante la persecución nazi en Italia. El  sacerdote era capellán del Ejército italiano y los nazis le dejaban libertad de movimiento, pensando que era fascista. Este testigo directo confirma lo que, con documentos en la mano, afirman también estos exponentes judíos.