La principal conclusión: apenas un 5 por ciento de franceses va a misa los domingos, y de los que se declaran practicantes, sólo uno de cada cuatro cree que la Iglesia debe mantener su enseñanza sobre la anticoncepción; el 68 por ciento cree que debe cambiar su enseñanza sobre el aborto y la mitad pide cambiar la doctrina sobre la homosexualidad. Así pues, de 65 millones de franceses, los católicos que van a misa el domingo y aceptan plenamente las enseñanzas católicas son aproximadamente unos 800.000.

De esos 3,2 millones de franceses practicantes, el 46 por ciento son jubilados, y otro 18 por ciento no tiene empleo. En un rebaño tan pequeño, la relevancia de las nuevas realidades eclesiales es superlativa. Por ejemplo, las grandes comunidades carismáticas como Bienaventuranzas, Emmanuel, Palabra de Vida o Camino Nuevo, que suman unas cien mil personas de doctrina fiel al Magisterio, representarían casi uno de cada ocho católicos «fieles».

En abril de 2008, el periodista Henri Tincq publicaba un libro titulado «Les catholiques», donde hablaba de ocho tipos de católicos franceses y calculaba que los practicantes eran un diez por ciento. Si son un 5 por ciento y sólo una cuarta parte de ellos acepta el Magisterio pleno, el rebaño queda muy reducido. El 28 por ciento de los franceses se declara «sin religión» (aunque los sociólogos suelen advertir que esa categoría incluye a muchas personas que creen «en Dios pero no en la religión»). De estos arreligiosos, siete de cada diez están en desacuerdo con Sarkozy cuando habla del «papel civilizador de las religiones»; al 63 por ciento le molesta que hable de las «raíces cristianas de Francia» y sólo uno de cada tres piensa que «los mensajes y valores del cristianismo aún tienen actualidad». Uno de cada  diez arreligiosos incluso piensa que los católicos son demasiado visibles.

Francia, con Turquía y México, es uno de los pocos estados oficialmente laicista. En 2007, el obispo de Toulon, Dominique Rey, ligado a la Comunidad de Emmanuel, publicaba un libro sobre la masonería indicando que era poderosa en la política y la cultura y una causa de la descristianización del país.

1/ Tradicionalistas: Sumando los lefebvrianos y los fieles a Roma se calcula que son unos 150.000, muy bien organizados.   
2/ Nuevos Movimientos: Henri Tincq les llama «la infantería». Incluye aquí al Opus Dei, Regnum Christi, Comunión y Liberación, etc...
3/ Carismáticos: Modernos en las formas pero ortodoxos en la moral, son unos 100.000 agrupados en 9 grandes comunidades.
4/ Los Ermitaños: Tincq les llama «silenciosos».  No son muchos, pero son gente de oración, eremitas urbanos y contemplativos.
5/ Los Comprometidos: Son activistas solidarios. Se declaran católicos, aunque muchos no practican o disienten del Magisterio. 
6/ Los Observantes: Tincq llama así a los que simplemente van a misa con cierta frecuencia, por cumplir, sin más ligazón con la Iglesia.
7/ Los Rebeldes: Dicen ser católicos, pero activamente se dedican a promover la desobediencia al Magisterio y su moral.
8/ Los del «Zapping»: Son los católicos no practicantes, que van y vienen para algún sacramento y viven una fe individualista.