En un primer artículo se señala que Cameron hace un paralelo entre el «genocidio» de los blancos contra las poblaciones nativas de Estados Unidos, presentando a los humanos de la película, como a los primeros y a los segundos como a los «na’vi» de la cinta que habitan en el mundo de Pandora, lugar donde transcurren la ficción.
 
La historia del director, dice el texto, «tiene una aproximación blanda, se cuenta sin profundizar y termina por caer en el sentimentalismo». «Todo se reduce –prosigue– a una parábola antiimperialista y antimilitarista fácil, apenas esbozada, que no tiene la misma mordiente de otras películas que buscan mostrar estos aspectos», inform ACI.
 
El ecologismo de Avatar, dice LÓsservatore Romano, «se empantana de un espiritualismo ligado al culto de la naturaleza que le hace guiños a una de las tantas modas del tiempo. La misma identificación de los destructores con los invasores y de los ambientalistas con los indígenas aparece luego como una simplificación que menosprecia el ámbito del problema».
 
El segundo artículo plantea el nacimiento de una película de culto con Avatar. «Inaugurará, tal vez –dice el texto– un nuevo género, creando un imaginario colectivo en el que se reflejará una vez más la fuerza atractiva de los mundos alternativos, una cierta forma de espiritualismo ecológico hoy de moda y el temor, muy difundido, a vivir una verdadera trascendencia».
 
El tercer texto, tomado por el diario del Vaticano de la revista Mondo e Missione (Mundo y Misión), lleva por título «La religión de Pandora» y refiere la opinión de algunos columnistas sobre este tema. El texto cita al comentarista de asuntos religiosos del New York Times, Ross Duhat, quien considera que Avatar presenta «una apología del panteísmo, una fe que hace a Dios igual a la naturaleza, y llama a la humanidad a una comunión religiosa con el mundo natural».
 
Este comentarista, prosigue el artículo, «recuerda que esta visión religiosa es una especie de caballito de batalla del Hollywood más reciente. Para Douthat la opción panteísta de Cameron y de la industria cinematográfica de Estados Unidos en general, sigue a través de este camino porque “millones de estadounidenses han respondido a ella de manera muy positiva”».
 
«Y como reconocía –continúa– en el siglo XVIII el filósofo francés Alexis de Tocqueville, “el credo estadounidense en la esencial unidad del género humano nos lleva a anular toda distinción en la creación. El panteísmo abre la puerta a una experiencia de lo divino para la gente que no se siente a gusto en la perspectiva escriturística de las religiones monoteístas"».
 
Tras hacer algunas comparaciones de la cinta con la concepción del hinduismo, como que el color azul de los na’vi sea similar al de Shiva –una de sus principales deidades– el artículo sugiere, citando a un blogger estadounidense, que Cameron también podría haber «unido la antigua teología cristiana de la gracia y de la redención a su parábola antiimperialista» (cuando afirma que llegar a ser un na’vi es volver a nacer). «El debate, como se ve, está más abierto que nunca», concluye.