El actual abad de Montserrat, Josep Maria Soler, es un prestigioso liturgista, cuyas opiniones suelen tener mucho peso en la opinión pública catalana. La abadía de Montserrat es una referencia espiritual, y también política, para el Principado, de ahí que las opiniones del abad tengan siempre una repercusión inusitada.
«No sé si la nueva Ley del Aborto evitará males mayores – dice el abad Soler en La Vanguardia– . Puede que algunos de los cambios introducidos tengan como resultado una reducción real del número de abortos. No lo sé. El presidente del Congreso de los Diputados sostiene que sí y hay que tener en cuenta su opinión. Pero algunos obispos y algún estudio que yo he leído piensan que no. Creo que los parlamentarios católicos estaban obligados a votar de acuerdo con su conciencia».
«Yo estoy a favor de la vida, y en consecuencia, contra el aborto, aunque entiendo que las leyes de un país no tienen por qué coincidir necesariamente con todos los criterios de la moral católica».
«En Montserrat – prosigue el religioso– se está de acuerdo con el editorial conjunto de los diarios catalanes. Podemos estar más o menos conformes con la complicada gestación de la nueva ley de Catalunya, pero en estos momentos desde Montserrat queremos apoyar el Estatut, desde luego que sí».
Sobre la polémica religiosa señala que «una de las características primigenias del monaquismo era el de salir a la plaza pública cuando había debates importantes. Quizá se podría considerar que ha actuado en línea con esta tradición. Fíjese que volvemos a hablar de la tradición. Probablemente ha llamado la atención por ser monja y poseer una brillante formación. No entro a valorar algunas de sus opiniones médicas sobre la gripe A, puesto que es un tema que no conozco bien y me consta que hay discrepancias entre los profesionales...».
«Normalmente no tengo tiempo de escuchar la radio, pero me llegan noticias de que su agresividad ha menguado. Mantiene una orientación centralista, pero esa tensión que tanto dañaba a la Iglesia y a la sociedad ha sido atajada».
«Laporta si quiere dedicarse a la política tiene la libertad de todo ciudadano. Lo que yo observo es que a muchos aficionados no les gusta que ambas cosas se mezclen. Cuando se encabeza una gran institución, el compromiso con Catalunya es positivo, pero en un sentido amplio, sin cerrar el foco».
«A mí me cuesta entender el sufrimiento infligido al toro a lo largo de la corrida. Tuve tíos y abuelos muy aficionados a los toros. Un abuelo que vivía en Girona viajaba a Barcelona para ir a los toros durante la Mercè...».
«En Portugal creo que los torean sin matar al animal». ¿Catalunya, como Portugal?, le pregunta el periodista: «Por qué no».