Susanna Maiolo, la joven desequilibrada de 25 años que puso a prueba en la Misa del Gallo la seguridad de Benedicto XVI, declaró a los policías y médicos que la atendieron que «no quería hacer daño al Papa». El cardenal Roger Etchegaray, de 87 años, no puede decir lo mismo, pues el incidente le ha costado una fractura de fémur que exige una delicada operación en una persona de su edad.
Pero, junto a la polémica sobre la seguridad de las autoridades, candente en Italia tras la agresión a Silvio Berlusconi por parte de otro perturbado, se ha abierto un segundo debate sobre los contenidos en Internet.
En cuanto al primer punto, el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, fue claro al defender la actuación del servicio de protección al pontífice: «No se puede blindar al Papa al cien por cien... Es impensable que vaya a crearse un muro entre el Papa y los fieles. La mujer no parecía peligrosa y los escoltas actuaron con rapidez».
En cuanto al segundo frente, los políticos italianos han reprobado en general la creación en Facebook de un grupo de fans de Susanna Maiolo. No tanto por el contenido de los mensajes, pocos y que en la mayoría de los casos no rebasan lo anecdótico, como por el clima general de permisividad ante la violencia que generan. En el Susanna Maiolo Fans Club se propone que la joven sea medallista olímpica de salto de vallas, o se sugiere que podría tener en la mano una reproducción de la Basílica de San Pedro (Massimo Tartaglia atacó al primer ministro italiano con una del Duomo de Milán), o se la considera una «heroína del progreso y de la libertad».
La «broma» no ha hecho ninguna gracia en un país donde el club similar en homenaje a Tartaglia alcanzó en pocas horas decenas de miles de adhesiones. «La presencia en Facebook de los fans de Susanna Maiolo confirma la necesidad de una intervención legislativa» para controlar las redes sociales, sostuvo el senador Antonio Gentile: «Una red social no puede ser un lugar desde donde se incita a la violencia». De hecho, el ministro del Interior italiano, Roberto Maroni, ha solicitado a los responsables de Facebook algún control para evitar que se convierta precisamente en eso.