(Efe/ReL) El cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, alertó este domingo de la aparición de una apostasía silenciosa que situó entre los muchos combates a los que, al igual que los que sufrió el profeta Jeremías, se enfrenta hoy en día la Iglesia. Durante la homilía que pronunció, con motivo de la ordenación de un sacerdote de la Villa de Don Fadrique (Toledo) en la Catedral Primada, monseñor Cañizares consideró que los cristianos necesitamos dar la cara y abrir las puertas de par en par para ir a anunciar el Evangelio. No podemos replegarlos, advirtió, especialmente en estos tiempos recios, tiempos de dificultad y tiempos que nos zarandean, en los que existe un panorama que parece no hablarnos precisamente de esperanza Como signos de ese panorama, el cardenal arzobispo de Toledo citó el vacío de un pensamiento nihilista y de un relativismo que se ha apoderado de tantos en la sociedad, el miedo para afrontar el futuro, la secularización y la implantación de un laicismo beligerante y de un antropología sin Dios y sin Cristo, la aparición de una apostasía silenciosa o la paganización del modelo de vida. Ese clima cultural que lo resume todo, en el que se olvida a Dios y se quiebra el sentido y la verdad del hombre, son las realidades que nos acechan, como les acechaban al profeta Jeremías, alertó el prelado, quien reconoció que debido a esta situación son muchos los que están pasándolo mal y sufriendo de manera importante. En cuanto a la ordenación del sacerdote, monseñor Cañizares mostró su agradecimiento personal y el de toda la Diócesis por esta decisión, y le recordó al nuevo miembro de la iglesia, de nombre Juan Francisco, que está llamado a anunciar la palabra y dar testimonio a tiempo y a destiempo, a ir contracorriente y a anunciar a los cuatro vientos y sin callar, el Evangelio de Jesucristo. En Cristo está nuestro futuro. Es la hora de la fe y la esperanza que no defrauda, dijo el cardenal de Toledo, quien añadió que estamos llamados a no ser flojos de la fe por lo que no hay que tener miedo a lo que pueda atacarnos y las cosas que nos hacen replegarnos, porque Dios está con nosotros y ama al hombre.