El arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, expuso el pasado domingo en su homilía en la catedral que «es posible construir un mundo al margen de dios, pero se trata de la Torre de Babel». Un mundo, del que, asegura, «estamos asistiendo a su construcción» y que «morirá aplastado por sí mismo, por su propia pretensión de absoluto, y su caída será el signo, la señal de que un mundo contra Dios es un mundo contra el hombre».
Los frutos de un mundo sin Dios, ha puntualizado el prelado, son «desesperanza, tristeza y una desvalorización cada vez más radical. pocas imágenes en la historia más tristes que la que han ofrecido nuestros parlamentarios aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre», en referencia a la nueva ley del aborto que el pasado jueves superó su primer trámite parlamentario en la Cámara Baja.
Esta ley, según aseguró monseñor Martínez, «pone a miles de profesionales (médicos, enfermeras) -sobre todo a ellos- en situaciones muy similares a las que tuvieron que afrontar los médicos o los soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin, o en cualquiera de las dictaduras que existieron en el siglo XX y que realmente establecieron lal egalidad de otros crímenes, menos repugnantes que el del aborto. Porque es de cobardes matar al débil».
El titular de la archidiócesis de Granada, no quiso dejar pasar la ocasión sin advertir que «esta licencia para matar no es más que un primer paso de la pérdida de libertad de nuestra sociedad, el primer paso -gravísimo- que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura -¡terrible!- y que la libertad es una palabra vacía». Una situación en suma, que, criticó, «nosotros permitimos con una pasmosa tranquilidad, lo consentimos sin alterarnos porque el "show" tiene que continuar, porque tiene que seguir el consumo y la fiesta».
En el curso de su homilía, monseñor Martínez aseguró, en la misma línea, que «viendo cómo marcha el mundo, cada vez es menos difícil percibir hasta qué punto la celebración de la Navidad es incorrecta». «La Navidad estorba, Cristo estorba, la cruz estorba, los cristianos y la Iglesia estorban a los que tienen la pretensión del poder absoluto», aseguró, al tiempo que explicó que aunque se pueda pensar por «el tono de mis palabras» que «estoy haciendo campaña», «ni mucho menos. Se trata de libertad, libertad que no la dan las leyes, sino que nace de Dios y que nadie nos puede arrebatar. Libertad para vivir y amar al mundo, a las personas y amar no con un amor místico, ¡sino con el amor humano en el que se ha encarnado el hijo de Dios!».
Los frutos de un mundo sin Dios, ha puntualizado el prelado, son «desesperanza, tristeza y una desvalorización cada vez más radical. pocas imágenes en la historia más tristes que la que han ofrecido nuestros parlamentarios aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre», en referencia a la nueva ley del aborto que el pasado jueves superó su primer trámite parlamentario en la Cámara Baja.
Esta ley, según aseguró monseñor Martínez, «pone a miles de profesionales (médicos, enfermeras) -sobre todo a ellos- en situaciones muy similares a las que tuvieron que afrontar los médicos o los soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin, o en cualquiera de las dictaduras que existieron en el siglo XX y que realmente establecieron lal egalidad de otros crímenes, menos repugnantes que el del aborto. Porque es de cobardes matar al débil».
El titular de la archidiócesis de Granada, no quiso dejar pasar la ocasión sin advertir que «esta licencia para matar no es más que un primer paso de la pérdida de libertad de nuestra sociedad, el primer paso -gravísimo- que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura -¡terrible!- y que la libertad es una palabra vacía». Una situación en suma, que, criticó, «nosotros permitimos con una pasmosa tranquilidad, lo consentimos sin alterarnos porque el "show" tiene que continuar, porque tiene que seguir el consumo y la fiesta».
En el curso de su homilía, monseñor Martínez aseguró, en la misma línea, que «viendo cómo marcha el mundo, cada vez es menos difícil percibir hasta qué punto la celebración de la Navidad es incorrecta». «La Navidad estorba, Cristo estorba, la cruz estorba, los cristianos y la Iglesia estorban a los que tienen la pretensión del poder absoluto», aseguró, al tiempo que explicó que aunque se pueda pensar por «el tono de mis palabras» que «estoy haciendo campaña», «ni mucho menos. Se trata de libertad, libertad que no la dan las leyes, sino que nace de Dios y que nadie nos puede arrebatar. Libertad para vivir y amar al mundo, a las personas y amar no con un amor místico, ¡sino con el amor humano en el que se ha encarnado el hijo de Dios!».