Cada domingo, las 16 páginas del diario del Papa acercarán a nuestro país la actualidad pontificia y del Vaticano, la realidad internacional de la Iglesia católica, su información religiosa y cultural y las opiniones de los intelectuales más influyentes del catolicismo. El suplemento será completamente a color, lo que constituye una novedad absoluta en los casi 150 años de historia de «L’Osservatore Romano».
Hasta ahora, el diario del Papa no había sido distribuido junto a otro periódico. La iniciativa de LA RAZÓN, pues, marca un hito en la Prensa internacional, ya que es la primera vez que una publicación nacional y con la audiencia de este diario ofrece conjuntamente una edición de «L’Osservatore Romano». Además de su edición diaria en italiano, cuenta con las semanales en español, francés, portugués, alemán, italiano y malayalam (lengua del Estado indio de Kerala, con gran presencia católica); y la mensual en polaco.
A Benedicto XVI, según cuenta el director de «L’Osservatore Romano», Giovanni Maria Vian, la alianza con LA RAZÓN le ha parecido «extraordinaria». «Cuando se lo propuse al Santo Padre y al secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, les encantó el proyecto y no dudaron en apoyarlo», explica Vian. «Es una ocasión sin precedentes para multiplicar la repercusión de nuestro diario». Desde que se hizo cargo del periódico del Papa en octubre de 2007, este historiador del cristianismo ha renovado profundamente su forma y su fondo con éxito, logrando que aumente su repercusión e influencia tanto en Italia como en el resto del mundo.
De hecho histórico califica Vian este acuerdo: «Que esto suceda en España, un país de gran tradición católica, que sufre, como muchos países de Occidente recientemente, un proceso de secularización fuerte, es importante, y además que se haga en el idioma más hablado por los católicos en el mundo. Me alegro porque ayudará a la presencia de la palabra del Papa entre los lectores españoles».
La intención de «L’Osservatore Romano» por aumentar su difusión en lengua española es una vieja aspiración. En 1931 se proyectó la realización de una edición del diario en Argentina, impulsada por la redacción presente en la Santa Sede y apoyada por la Iglesia de aquel país iberoamericano. La iniciativa, sin embargo, no cuajó. Hubo que esperar 18 años para poder leer el periódico de los papas en una lengua diferente al italiano: fue en 1949, cuando nació la edición semanal en francés, que precisamente este año ha celebrado su 60 aniversario. Luego vendrían las ediciones en italiano e inglés hasta que en 1969 se creó la de lengua española. El acuerdo con LA RAZÓN llega precisamente cuando se cumplen 40 años de su nacimiento.
En 1961, con el centenario de «L’Osservatore Romano», el cardenal Giovanni Battista Montini, que dos años después se sentaría en el solio pontificio con el nombre de Pablo VI, escribía que el diario era «un gran periódico». Las dificultades le venían a la publicación por tener que «servir de espejo» a un «vasto campo» con unas capacidades limitadas. Según recuerda Vian en su primer editorial como director, el futuro Pablo VI se preguntaba sobre quién «leería el diario en un tranvía o en el bar» y cómo podría evitar que sus «crónicas áulicas» resultasen repetitivas.
Muchos de estos desafíos han sido hoy satisfechos aunque algunas de ellos continúan. «Tenemos nuestros límites», afirma Vian, quien anuncia nuevos proyectos en internet y reconoce que le gustaría poder poner en marcha ediciones semanales en otras lenguas, como el árabe, pero le faltan los recursos. «También debemos aumentar nuestra difusión en el mundo anglófono e hispanohablante. Es por ello que el acuerdo con LA RAZÓN es tan importante para nosotros». Cuando Benedicto XVI le pidió que se hiciera cargo de «L’Osservatore Romano», le encargó que modernizase el diario, aumentase el espacio de la información internacional, favoreciese el diálogo interreligioso y ecuménico y reflejase la cultura de nuestro tiempo. También le pidió que «crease ocasiones de encuentro entre la fe y la razón», precisamente uno de los pilares del pontificado de Benedicto XVI.
«L’Osservatore Romano» responde hoy a las indicaciones del Papa Benedicto XVI y al trabajo de Giovani Maria Vian y de su equipo de periodistas. Su principal misión sigue siendo estar al servicio de la Santa Sede y del Pontífice, haciendo un trabajo que sea reconocido más allá de los límites vaticanos y católicos, como ocurre cada vez más. «L’Osservatore Romano» no es un diario al uso; es un periódico de ideas, que pretende contribuir a que el lector se forme una opinión crítica sobre la actualidad de la Iglesia y del mundo, en el que se ofrecen análisis, opinión e información para un lector atento a lo que está sucediendo en el mundo. Así lo ha pretendido desde que nació el 1 de julio de 1861, cuando acababa de nacer el Estado italiano, el 17 de marzo de 1861.
En sus casi 150 años de historia, que se cumplirán en 2011, «L’Osservatore Romano» ha informado sobre los pontificados de once Papas. Hoy trabajan en su elaboración alrededor de 90 personas. Su futuro no puede ser más esperanzador: aumenta constantemente su audiencia y sus inserciones publicitarias. En este año de crisis económica inernacional en el que los periódicos italianos han visto disminuir sus ingresos por publicidad un 25% de media, «L’Osservatore Romano», sin embargo, ha visto cómo crecían en un 20%.
La primera edición del «L’Osservatore Romano» apareció en Roma el 1 de julio de 1861, meses después de la unificación de Italia el 17 de marzo de 1861, con el objetivo de defender los Estados Pontificios. Su fundación tiene que ver con un hecho histórico: la derrota sufrida por las tropas Pontificias en Castelfidardo el 8 de septiembre de 1860. Su cabecera tiene dos lemas: «Unicuique suum» («A cada uno lo suyo») y «Non praevalebunt» («Los enemigos de Dios no prevalecerán). Sus primeros director fueron Nicola Zanchini y Giuseppe Bastia (18611866).
En octubre de 2007, Benedicto XVI nombra director a Giovanni Maria Vian, que emprendió una gran renovación del periódico, como introducir más fotografías y color y darle un aire dinámico a la maquetación de las páginas, lo que fue visto como una revolución en un periódico basado en la tradición (en la imagen, la primera edición de «L’Osservatore Romano» en color.