El obispo de Almería, Adolfo González Montes, calificó de «triste que aquellos que han reclamado libertad democrática para sí mismos y lamentado la falta de respeto hacia las minorías quieran ahora imponer un laicismo que no deja de tener manifiesta tendencia al totalitarismo y al pensamiento único».
 
En un comunicado, González Montes aseguró que algunos sectores «más beligerantemente laicistas han pretendido no sólo retirar los signos cristianos de los ámbitos públicos, sino imponer una ideología» y consideró «reconfortante» que hombres públicos como el presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, «hayan tenido el coraje de manifestar que la sociedad europea es incomprensible sin el cristianismo».
 
Apuntó, en esta línea, que en una sociedad «abierta y democrática», la fe tiene una «indudable presencia pública porque impregna la totalidad de la vida de las personas que la profesan y, por tanto, su misma forma de proceder como colectividad creyente» mientras que reprocho el laicismo que «se deja sentir en los medios de comunicación con gran fuerza cuando se silencian los acontecimientos religiosos, como si la religión cristiana fuera una realidad que a nadie interesa, salvo por su alcance social o político».
 
Para el presidente de la Comisión de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal (CEE) «el empeño por desacreditar a la Iglesia católica lleva a magnificar los errores y pecados de los católicos y particularmente de los ministros sagrados» ya que se trata, según ahondó, «de un procedimiento argumentativo de descalificación, cuyo fin último es el destierro de la religión al mundo confuso y arbitrario de las simples creencias y opiniones de los individuos».
 
Al hilo de esto, y tras tildar de «lamentable» cómo se «ha pretendido censurar parlamentaria la libertad de expresión religiosa», pidió a todos lo periodistas y directores de los distintos medios informativos «objetividad libre de sectarismos ideológicos a la hora de presentar en los medios de comunicación los acontecimientos religiosos y el magisterio moral de la Iglesia sobre la dignidad de la persona».
 
«Sólo una información libre de prejuicios -añadió- sirve a la verdad y contribuye a la construcción de la paz social. La divulgación de medias verdades, de interpretaciones no contrastadas y de cuanto sólo escandaliza y nada construye termina por entregar a la persona a una descripción de las cosas deprimente, a una visión que puede llegar a ser aterradora, porque induce a una vida sin dignidad y sin esperanza», concluyó.