Tal y como reza su acta fundacional, la Congregación Salesiana lleva 150 años trabajando «para la juventud abandonada y en peligro, que en estos calamitosos tiempos viene seducida de mil maneras con daño para la sociedad y precipitada en la impiedad y la irreligión». Y fue a las nueve de la noche del 18 de diciembre de 1859, reunidos en la propia habitación de san Juan Bosco del Oratorio de san Francisco de Sales de Turín, donde, junto a otros 17 sacerdotes y seminaristas, se fundó la Congregación Salesiana.
La mayoría de ellos, pasaba por poco los 20 años. Cinco fueron los que aún no los habían cumplido. Junto al sacerdote Víctor Alasonatti (el único mayor que don Bosco), emprendieron una tarea de evangelización de la juventud que hoy se extiende por 131 países de todo el mundo, siendo esta la segunda congregación más numerosa en la Iglesia.
Haciendo un repaso al Annuario Pontificio, se observa que los salesianos cuentan hoy con más de 100 obispos, siendo la primera congragación por número de prelados, tiene a ocho de sus hermanos en el cano de los santos, 116 han alcanzado la dignidad beatífica y hay otros 28 casos en estudio. Además, no se puede olvidar, la pertenencia a la familia salesiana del cardenal secretario de Estado vaticano, Tarsicio Bertone.
Pero lejos delos cargos y las cargar de la Curia, la labor desempeñada por los más de 16.000 miembros de la Congregación, dirigida en la actualidad por el padre Pascual Chávez, está volcada en atender a más de 15 millones de jóvenes y adultos en centros juveniles, parroquias, colegios, residencias y misiones.
Hoy, como colofón a este año renovarán su profesión religiosa, para reafirmar «su compromiso de continuar siempre fieles al carisma de don bosco, signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes», en palabras del padre Chávez. Ese es el esìritu que acompañó a la Congregación desde el primero de los 159 sueños premonitorios de don Bosco, que recoge así su biografo, el pade Eliécer Salesman: «Se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban; él trató de hacer la paz, primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente, apareció nuestro Señor y le dijo: " ¡No, no; tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor!" Le indicó también que su Maestra sería la Santísima Virgen».