Tarragona es hoy una diócesis plácida que se va robustenciendo en tiempos de laicismo. El arzobispo explica su receta a LA RAZÓN: «hay que querer mucho a la gente, y eso implica, en primer lugar, perdonar, y no dar importancia a lax cosas malas, que son pequeñas y pasan enseguida». El arzobispo de Tarragona recuerda su llegada y la compara con la situación de José Ignacio Munilla: «los medios de comunicación a veces dan expectativas equivocadas, le ponen etiquetas al nuevo obispo, pero todo eso pasa. Un obispo debe ser fiel a lo que es: ser fiel al Papa, el representante de Cristo en la Tierra, amar a la Iglesia, a Cristo y a la gente de su diócesis. Los laicos enseguida se dan cuenta cuando les quiere su pastor. Un buen pastor ayuda espiritualmente, escucha mucho, quiere mucho, aprende de la gente. Creo que Munilla lo hará muy bien, porque además él conoce muy bien la diócesis, fue sacerdote allí 18 años, la conoce perfectamente. Lo malo pasará muy rápido y estoy seguro que pronto querrán a Munilla», dice Pujol, con la confianza de haber pasado por ello.
Un año antes de llegar Pujol, en septiembre de 2003, era ordenado obispo Romà Casanova en Vic. con apenas 47 años Llegó de la diócesis de Tortosa, con acento de pueblo de las Tierras del Ebro, y se encontró una manifestación de algunas docenas de disidentes progresistas a la puerta de la catedral y muchos medios de comunicación. Pero en cuanto cruzó el umbral, los fieles de la diócesis le recibieron con 15 minutos de aplausos.
«Aquella manifestación en contra estaba montada por gente que no era de Vic, sino que venía de Barcelona, de asociaciones contra la Iglesia, algunas incluso no eran ni católicas, sino de feministas a favor del aborto», explica hoy el obispo a LA RAZÓN. «Ningún párroco de la diócesis me dijo nunca que me rechazaba, nunca me escribieron una carta en contra. Fue una protesta más mediática que real, relacionada con temas políticos de Cataluña. Por entonces no se sabía quien sustituiría al cardenal Carles en Barcelona y quizá esto tuvo algo que ver», señala Casanova.
El obispo de Vic quiere ir a la toma de posesión en San Sebastián. «Munilla es más joven que yo y mejor que yo», dice. No quiere dar consejos, pero tiene recomendaciones nacidas de su experiencia: «Ser pastor, cuidar la Iglesia que se te encarga, tener paciencia, hacer gestos, rezar mucho con tus sacerdotes, cargar la Cruz del Señor, querer mucho a la gente. Yo quería a mis diocesanos antes de conocerlos, pero él llega a una diócesis que ya conoce y quiere».