La región de Madrid sigue siendo la zona de España más golpeada por el coronavirus, con 6.800 infectados y 500 muertos ya (1.000 muertos y 20.000 contagiados en el total de España según datos de este viernes al mediodía). El hospital Infanta Helena de Valdemoro es quizá el primero en España en sufrir saturación por coronavirus. Israel Guijarro y Julián Lozano, párroco y vicario de la cercana población de Ciempozuelos, llevan ya una semana acudiendo a este hospital en apoyo al capellán, José Medina. El padre Guijarro acude por las mañanas y el padre Lozano por las tardes.
En la diócesis de Getafe las iglesias no celebran culto público. La diócesis ha establecido un teléfono (el 672 311 794) para que los pacientes con enfermos en los 10 hospitales de ciudades del sur de la región de Madrid puedan contactar con sus capellanes.
Julián Lozano, que es también delegado de comunicación de la diócesis, se estrena como capellán de hospital en plena crisis de coronavirus, "aunque, como muchos sacerdotes, he estado unas 40 o 50 veces en este hospital, porque cuando ingresan a feligreses nuestros acudimos a rezar, a acompañar... Parte de los trabajadores del hospital son de Ciempozuelos, gente muy valiosa y cercana", explica Lozano a ReL.
Julián Lozano, sacerdote en Ciempozuelos, colabora por las
tardes en la capellanía del Hospital de Valdemoro
Tradicionalmente, en un hospital pequeño como el de Valdemoro, el capellán podía pasar por las habitaciones a presentarse y ofrecer sus servicios espirituales. La situación hoy es distinta. "Los capellanes estamos en la capilla, rezando, hasta que nos llaman. Entonces tomamos todas las precauciones necesarias, según la zona. Puedes confesar con mascarilla y guantes, guardando las distancias. En las zonas de tratamiento con aerosoles la respiración se puede condensar en gotas, y eso es peligroso. Hay espacios donde nos ponemos también las gafas, la redecilla del pelo, guantes dobles, bata resistente, etc.."
Apoyar a los sanitarios, ya muy cansados
El personal sanitario en el Infanta Elena es el que lleva más tiempo al límite con esta crisis sanitaria, desde hace 20 días o más. "Lo afrontan con dedicación y entereza, pero se nota ya el cansancio. Los sanitarios nos piden oración a los capellanes. Nosotros los apoyamos y les alentamos".
Parte de la tragedia de esta enfermedad es el aislamiento estricto que exige. "Cuando ingresas por coronavirus se suspende el contacto con tu familia. A los curas nos dejan entrar para dar un sacramento si lo pide el enfermo, y ya está. He dado la unción de los enfermos y he asistido al fallecimiento de varios, incluyendo la madre del padre Jon, un compañero nuestro ingresado aquí. El padre Jon, desde los cuidados intensivos de la UCIR, nos manda mensajes al grupo de Whatsapp de curas del arciprestazgo, con buenos ánimos, alentándonos a seguir".
Julián Lozano ve que la oración es una fuente de consuelo y de fortaleza. "En algunas habitaciones he entrado a rezar con enfermos y me ha impresionado ver cómo rezan. Hay ingresado un matrimonio de Valdemoro, por separado, cada uno en un ala del hospital, aunque se comunican por móvil. Me impresiona mucho el fervor e intensidad con que rezan. Aquí, con tantos días de aislamiento y presión, hay mucho riesgo de desanimarse. Pero la oración y la confesión ayudan a muchos y aportan paz y descanso. Algunos que he confesado llevaban mucho tiempo sin hacerlo".
El hospital Infanta Elena de Valdemoro, más bien pequeño, está saturado en una zona especialmente golpeada por el coronavirus
Sobre la decisión de algunas diócesis de mantener las misas con feligreses, comenta: "pido que se extremen las precauciones y que cada uno intente colaborar desde donde está".
Hospitales con escasez de materiales
Las situaciones en los hospitales de Madrid son duras. La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, ha denunciado que en las últimas 48 horas solamente habían llegado 52.000 mascarillas a Madrid, cuando ya tan solo el Hospital de La Paz consume 36.000. "Nosotros hemos estipulado que necesitamos 13 millones para estos próximos 20 días", ha apuntado este viernes en una entrevista en Antena 3.
Los trabajadores del hospital Príncipe de Asturias en Alcalá de Henares denuncian la falta de todo tipo de equipamiento. Las autoridades no desglosan las muertes ni contagios por municipios, sólo por regiones, pero el corredor del Henares es una de las otras "zonas rojas".
En esas condiciones intentar servir los sacerdotes capellanes de hospital, unos 100 en la región de Madrid, según recoge un artículo de Laura Daniele en ABC. Sus condiciones han cambiado. No cuentan ya con su red de voluntarios, a los que ahora no se permite entrar en el hospital. Iñaki Gallego, uno de los capellanes consultados, explicaba: «Nosotros contábamos con 200 personas que nos ayudaban en el hospital a acompañar a los enfermos, pero ahora nos hemos quedado solo los cinco sacerdotes».
Según este artículo, para evitar los contagios, además de utilizar un traje especial, los capellanes llevan monodosis con los santos óleos para administrar la unción de los enfermos. Las formas también se guardan en bolsas individuales y no llevan el libro del Misal, sino solo un folleto. «Todo el material que usamos cuando visitamos a los enfermos se descarta y luego se incinera con el resto de residuos del hospital», asegura el sacerdote.
Cumplir estrictamente las medidas de aislamiento
También Iñaki Gallego destaca la dureza humana del aislamiento. «Los enfermos no pueden tener ningún acompañante salvo que estén en estado crítico y entonces puede haber un familiar hasta la muerte. Los médicos tienen que informar a los familiares por teléfono. Nosotros en algunos casos hacemos de mediadores e intentamos serenar tanto a los familiares como a los enfermos», señala.
«Muchos capellanes me preguntan qué hacer. Lo que hay que hacer es cumplir con las indicaciones de las autoridades sanitarias», comentaba el director del Departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal, José Luis Méndez. «Hay que tomar las medidas de precaución que indiquen las enfermeras y los médicos. Si les prohíben entrar a ver a un paciente que está diagnosticado con coronavirus y se encuentra muy delicado pues no deben entrar a verle. Hay calma entre los capellanes pero también tienen que lidiar con el personal sanitario que está bajo mucha presión, muy estresados y preocupados», asegura.
Dejando la Eucaristía en la antesala
La agencia Aciprensa recoge también detalles de cómo trabajan los capellanes del Hospital Spallanzani en Roma, que es sede del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Roma y cuenta con unos 200 enfermos con coronavirus, uno de cada diez con respiración asistida. Allí está el capellán y sacerdote argentino Cesar Pluchinotta, quien explica que para la Comunión, solo se les permite ingresar a la antesala de las cámaras de aislamiento. Traen la Eucaristía y la dejan en la antesala antes de salir. Luego esperan afuera que el paciente ingrese, momento en el que pueden rezar y hablar con ellos a través del vidrio.
César Pluchinotta, argentino en Italia, explica su tarea como capellán en el principal hospital que investiga enfermedades infecciosas
No se celebra misa pública en la capilla del hospital, ni se reúne físicamente el habitual grupo de oración de las enfermeras, pero éstas se comunican a través de Internet y Whatsapp. “Enviamos oraciones, mensajes de aliento. Estamos tratando de brindarles esperanza, fortaleza y coraje durante estos días”, explica el capellán italiano. “Nuestro ministerio (activo) ha sido reemplazado por mucha oración”, enfatizó el P. Pluchinotta. “Creemos que Dios nos ayudará mucho a través de la oración y nos acercará a esos casos ... en la forma en que los protocolos de seguridad lo permitan”.