Ha muerto este 20 de mayo, en Tokio, el jesuita español Adolfo Nicolás, que fue el Superior General de la Compañía de Jesús durante 8 años, del 19 de enero de 2008 al 3 de octubre de 2016. Ha fallecido con 84 años, tras varios años de creciente deterioro físico.
Los jesuitas, fundados por San Ignacio de Loyola en el siglo XVI, son la mayor congregación religiosa masculina de la Iglesia Católica, con unos 15.800 miembros, de los que más de 11.000 son sacerdotes.
El actual Superior General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, informó de la muerte de su predecesor mediante una carta dirigida a todos los jesuitas.
De Palencia a Filipinas y Japón
Adolfo Nicolás Pachón nació en Palencia en 1936 y entró en el noviciado de los jesuitas de Aranjuez en 1953. Con 24 años fue destinado a Japón. Desde ese momento hasta su elección como Superior General, en 2008, trabajó en Asia, sobre todo en Japón y Filipinas, desempeñando distintos cargos, entre ellos el de Provincial de Japón durante la década de los 90, o el de moderador de los Provinciales Jesuitas de Asia Oriental y Oceanía.
Durante diez años vivió en Filipinas, ejerciendo como director del Instituto de Pastoral de Extremo Oriente (EAPI) y como Presidente de la Conferencia de Provinciales de Asia Oriental y Oceanía. Tras haber presentado su dimisión como General de la Compañía, fue director espiritual en el EAPI y en la Residencia Internacional Arrupe de Manila. También trabajó con población inmigrante y desfavorecida en una parroquia de Tokio.
En 2008, tras la renuncia del P. Peter-Hans Kolvenbach, fue elegido como Superior General de los jesuitas, convirtiéndose en el vigésimo noveno sucesor de San Ignacio y el séptimo jesuita de nacionalidad española que ocupaba este cargo.
En 2014, a la edad de 78 años, anunció su voluntad de presentar la renuncia, lo que hizo ante la Congregación General 36, celebrada en Roma en 2016. Tras ello, regresó a Asia, primero a Filipinas y después a Japón.
Diálogo interreligioso e intercultural
Se le ha definido como un hombre marcado por su larga trayectoria en Asia y el contacto con su cultura y con las religiones orientales: ecuménico, comprometido con el diálogo interreligioso e intercultural. Asimismo, de su personalidad se ha reconocido siempre su gran apertura, su sencillez e inteligencia.
El jesuita Joaquín Barrero señala en la web de la congregación que "el Papa Francisco le dispensó siempre un fraterno afecto desde el primer momento de su pontificado. Un signo de ello fue su decisión de acompañar al P. Adolfo, el 12 de febrero de 2017, cuando le despedimos en la comunidad de la Curia General. Unos minutos antes de llegar el Papa, en un detalle que define a Francisco, telefoneó para insistir en la discreción de su presencia, pues el único protagonista había de ser el P. Adolfo. Por eso cuando nos disponíamos a hacer la foto del grupo, entre bromas y risas, el Papa le “obligó” a sentarse en el sillón central, revestido de blanco, que a él le habíamos preparado. Pero el signo más elocuente y emotivo fue cuando el Papa, con ocasión de su viaje a Japón, le visitó en la enfermería de Tokio el pasado 26 de noviembre".
Jesuitas "en salida" hacia las fronteras
Y añade: "Respaldado por la coherencia de su vida y su experiencia, el P. Adolfo ha promovido una Iglesia y una Compañía en salida hacia las fronteras, como lugares de encuentro con Dios, bien consciente de la dificultad que entrañan y de la preparación en profundidad con que es preciso equiparse para proclamar la noticia, siempre nueva y oxigenante, que permite ver como Dios ve, sentir como Dios siente, hablar como Dios habla y servir como Jesús ha servido".