La votación informal lanzada en 2007 en Internet para elegir las siete maravillas del mundo moderno no ha sido inútil para una de las triunfadoras: el impresionante Cristo del Corcovado que preside la bahía de Río de Janeiro.

A muchos les molestó entonces que una imagen tan explícitamente cristiana figurase entre las candidatas, y mientras no se cerró el periodo «electoral», desde distintos ámbitos se trató de desacreditar su presencia con argumentos variopintos. Pero la democracia de cien millones de internautas fue terca en este caso, y entre las siete maravillas del mundo moderno se coló el Cristo Redentor inaugurado el 12 de octubre de 1931. Es, a distancia de siglos, la más moderna de las siete, en una lista que completan las pirámides de Chichen Itzá, el Coliseo romano, la Gran Muralla china, el Machu Picchu, el Taj Majal y los restos jordanos de Petra.

Aquellos votos no fueron meramente simbólicos. Forzado por el reconocimiento mundial, esta semana el gobierno declaró la estatua Patrimonio Nacional Histórico y Artístico de Brasil, lo cual obliga al Estado a respetar su estructura y, sobre todo, a velar por su conservación.

Y esto no es cosa menor. Pocas semanas antes el arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro, Orani Joao Tempesta, había lanzado una campaña de sostenimiento del monumento, aquejado de importantes deterioros. La campaña, bajo el lema Eu sou de Cristo [Yo soy de Cristo], consiste en la venta de una reproducción del monumento, por unos tres euros al cambio, en las 252 parroquias que componen la diócesis. Una medalla con la que, afirmó el prelado, «difundimos en todo Brasil este signo de nuestra ciudad, de nuestro país y de nuestra fe».

Las labores de reconstrucción ya emprendidas incluyen una capa de impermeabilización, eliminación de filtraciones, reestructuración del piso y arreglo del revestimiento de la cabeza del Cristo.

Construida en un lugar de acceso casi imposible, a 710 metros de altitud, la estatua tiene 38 metros de altura y congrega anualmente a 700.000 visitantes. Aunque desde 2002 se han venido haciendo mejoras, en los últimos meses se habían detectado fallos de urgente resolución, sobre todo para la protección interna del monumento.