Las puertas de la imponente catedral metropolitana, en el centro histórico, permanecieron abiertas hasta entrada la noche del sábado para recibir a los penitentes, en una jornada durante la cual los sacerdotes fueron facultados de forma excepcional para perdonar pecados graves, incluido el aborto.

La maratón fue organizada por el cardenal Norberto Rivera, «como una forma de preparar el Adviento y la Navidad», dijo a la prensa Alfredo Martínez, responsable de los Caballeros de Colón, encargados de la logística.

La iglesia mexicana, segundo país del mundo con mayor número de católicos, se enfrenta al avance de las confesiones evangélicas, que cada vez captan a más fieles.