José Cosme ha sido uno de los tres únicos artistas españoles invitados por el Papa Benedicto XVI al acto celebrado en la capilla Sixtina con otros 200 artistas de todo el mundo. Por parte española acudieron a la invitación vaticana Plácido Domingo, el arquitecto Santiago Calatrava y el mencionado José Cosme, que es un referente mundial en el desarrollo teórico y plástico del arte teológico-conceptual.
ReL ha querido mantener una entrevista con el joven artista valenciano.
- ¿Ésta iniciativa de Benedicto XVI restablece en parte una
mayor amistad y diálogo entre la Iglesia y los artistas?
– Por supuesto, este encuentro con los artistas de distintas disciplinas tiene sobretodo un sentido conciliador y amistoso. Yo pienso que ese es el motivo por el cual Su Santidad no ha invitado solo a artistas católicos sino a artistas representativos del cine, la música, o las artes plásticas más allá de su religión, creencias, o pensamiento. Es una forma clara de decir al mundo de la cultura que la belleza es algo universal con lo que todo arte se enfrenta, y que éste es un camino de encuentro, una forma de diálogo única entre culturas a la que la Iglesia Católica está especialmente abierta.
- ¿Considera que la fe católica puede limitar la capacidad creativa de los artistas?
– Depende de lo que se entienda por creatividad y capacidad creativa; para mí la creatividad está unida a la creación, a la evolución y al bien. En este aspecto la fe católica potenciara la creatividad de forma ilimitada hacia una evolución máxima y transcendente sin ningún tipo de cortapisas. Por otra parte se podría entender que quedaría limitada aquella llamada creatividad que fuera destructiva para el hombre o para la belleza, pero entonces no estaríamos hablando de arte ni de creación, sino de destrucción.
- ¿Por qué cree que hasta ahora ha dado cierto divorcio entre el mundo católico y los artistas?
– Pienso que gran parte ha sido por culpa de la Iglesia y de nosotros los católicos, que no hemos comprendido un arte y unas propuestas que se desarrollaban muy rápido y que parecían contrapuestas al arte religioso o las grades obras de arte católico que existen en la historia. A esto también se unió el desconocimiento por parte de la vertiente más intelectual en el arte, que desde Kandinsky confundió lo espiritual en el arte con una simple metafísica y pense pensó que la Iglesia católica no tenía nada nuevo que aportar, prefiriendo antes el diálogo con otras filosofías religiosas o ateas. En mi trabajo de los últimos diez años he sufrido la incomprensión en el mundo de la Iglesia por realizar propuestas en soportes poco habituales como el video-arte, la fotografía, el performance, o las instalaciones; y también en el mundo del arte contemporáneo cuando descubrían que mi discurso era católico. Pero poco a poco tanto un mundo como otro parecen interesarse por mi trabajo como alternativa, como novedad a un divorcio que carecía de sentido.
- El Papa dijo en la audiencia de la capilla Sixtina que «los
hombres no pueden vivir sin belleza». Sin embargo, ¿cree que los artistas, en general, están ofreciendo hoy esa belleza o más bien han optado por una estética oscura y pesimista?
– Creo que no es bueno generalizar pero creo que sobretodo existe confusión. Parece que nos movamos en un eclecticismo en el que nada el bueno, malo, bello o feo. Pienso que el Papa da con la clave cuando dice que sin belleza el hombre no puede vivir, porque es esencial saber lo que es bello y que el hombre sea consciente de cual es su realidad, la verdadera, la buena… para no vivir en un caos absoluto.
- ¿La belleza debe llevar a Dios?
– Si entendemos a Dios como lo más Bueno y Verdadero, la belleza nos llevara a eso.
- Cómo católico, ¿cómo se prepara ante su creación? ¿Hay divorcio entre su fe y su arte?
– Nunca. Para mí no tiene sentido mi creación artística sin aplicarle mi concepto de belleza, y este concepto en mi caso es totalmente católico.
- ¿Qué ha aportado su fe cristiana al arte que desarrolla?
– Apertura, avance y respeto a un arte verdaderamente sin límites.
- ¿Qué significa su arte-teológico-conceptual?
– Autodenominé mi trabajo como «arte teológico» para diferenciarlo del arte sacro, o litúrgico. Mis obras suelen llevar un cuño que yo diseñé que indica que es «arte-teológico-conceptual». Mucha gente cree que el arte católico tiene que servir para rezar o para acompañar a la liturgia, sin embargo, mi obra va más allá de ese aspecto de utilización de la obra de arte, lo que en mi obra se plantea es la reflexión, la búsqueda intelectual desde la percepción estética.
Intento no recurrir a la simbología tradicional, lo que me interesa es que el espectador dialogue no solo con la obra, sino con la intencionalidad de la misma, con mi discurso, que plantea una reflexión desde una visión de la transcendencia a un planteamiento teológico católico. Cuando la gente va conociendo mi obra, el sentido de los materiales y las evocaciones y referencias que utilizo, empieza a plantearse cuestiones más complejas sobre sí mismo, sobre la existencia de un misterio transcendente y comienza a desarrollar junto a mí un diálogo teológico. Podría decirse que es una evolución del arte pedagógico que se encuentra en las vidrieras de las Iglesias.