Se trata del primer encuentro de este tipo celebrado con obispos de América Latina, aunque no el primero que se celebra en la Domus Galilaeae. En la primavera de 2008, se realizó uno similar con 170 obispos de Europa; en 2007 esta misma reunión se celebró con obispos de África, y en 2006, con obispos de Asia y Oceanía.
 
Participaron entre otros, los cardenales Pedro Rubiano Saenz, arzobispo de Bogotá, y Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo. Estuvieron presentes numerosos obispos de las diócesis de Colombia, Brasil y Venezuela; para poder participar en esta cita, la Conferencia Episcopal de Bolivia cambió la fecha de su propia reunión.
 
Los prelados se encontraron también con las autoridades civiles y con los pastores de las Iglesias locales, entre ellos el arzobispo Elias Chacour de Akka de los greco-melquitas católicos, el vicario general del Patriarcado Latino, monseñor Giacinto Boulos Marcuzzo, el Custodio de Tierra Santa, padre Pierbattista Pizzaballa y el Nuncio Apostólico, monseñor Antonio Franco.
 
Para el cardenal López Rodríguez, este encuentro «ha sido para nosotros muy interesante, porque el Camino Neocatecumenal sigue creciendo en toda América Latina, en algunos países más. Es importante que todos los obispos puedan conocer esta experiencia».
 
«En este congreso hemos compartido nuestras dificultades pastorales, y esto ha sido muy importante… Santo Domingo fue la primera tierra americana que recibió el anuncio del Evangelio. Nos preparamos para el año 2011, en el que celebraremos el aniversario de los 500 años de la fundación de la primera diócesis de América por parte del Papa Julio II».
 
Juan Pablo II, afirmó el purpurado, «habló muchas veces de nueva evangelización, la primera vez fue con ocasión de la Asamblea general del CELAM (Haití, 1984). El Papa habló entonces de cuán necesario comenzar a evangelizar de nuevo, porque en aquella primera evangelización se habían implantado en el continente las raíces cristianas, pero era necesario presentar nuevamente la realidad del Evangelio a las nuevas generaciones».
 
«Por esto hoy debemos predicar con mucho ardor... debemos afrontar con nuevas expresiones los desafíos que nos presenta la realidad actual del continente americano», añadió.
 
En el centro del encuentro estuvieron algunos fenómenos preocupantes, como la difusión de las sectas y de utopías engañosas, fundadas sobre antropologías que niegan el alma y el pecado original, además de la vuelta al indigenismo.
De estos fenómenos y de las propias palabras de los prelados, surgió claramente – también en un continente joven como el americano – la urgencia de la nueva evangelización, de una pastoral misionera que ponga en un movimiento dinámico y virtuoso a toda la Iglesia.
 
Como muchos de los obispos presentes han certificado, el desafío de la nueva evangelización ha sido recogido concretamente por el Camino Neocatecumenal, que se ofrece como iniciación cristiana e itinerario de formación católica para nuestros tiempos.
 
Frente a la situación general de la Iglesia y del mundo, en la que se constata por todas partes una crisis de las vocaciones, la preocupante disminución de la frecuencia de los sacramentos, y el ataque a la familia y al matrimonio, muchos prelados han experimentado personalmente, en sus propias diócesis, l os frutos del Camino Neocatecumenal, una iniciación cristiana vivida en pequeñas comunidades, que constituyen un ambiente apto para la maduración de una fe que sepa responder a los desafíos actuales.
 
Para monseñor Víctor Manuel López Forero, arzobispo emérito de Bucaramanga (Santander, Colombia), la nueva evangelización «debe ser la característica fundamental de nuestra misión pastoral», con «nuevo ardor, con nueva inspiración mística, y buscando un nuevo rostro para la Iglesia, tal y como nos lo enseñó el apóstol Juan Pablo II». «Hemos participado en este congreso para tomar mayor conciencia de esta nuestra responsabilidad de pastores», añadió.
 
Monseñor López Forero explica que en su diócesis hay ocho grandes comunidades del Camino Neocatecumenal, y que actualmente existe un proyecto de renovación y evangelización, que coincide con el Camino en varios aspectos. «Ante todo, que la Iglesia es misterio de comunión con Dios, de comunión con los hombres y con la naturaleza. Esta debe nutrirse constantemente de la Palabra de Dios y de la vida sacramental. Por tanto la espiritualidad que debemos tener en esta nueva evangelización es una espiritualidad de comunión: la comunión en la Iglesia es algo fundamental, y es precisamente esto lo que los Papas de los últimos tiempos, a partir del Concilio Vaticano II, nos han pedido». «Creo que el Camino Neocatecumenal tiene muy clara esta línea. Sabemos que tenemos que trabajar con métodos diversos, pero para una sola causa, la de construir la Iglesia que Dios quiere, con una evangelización decidida», subrayó el prelado.
 
Para monseñor José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, «es evidente que nuestra sociedad en general está perdiendo la fe y se convierte progresivamente en más atea, un poco como Europa: el mismo proceso está llegando, gradualmente, también a América Latina. Las vocaciones disminuyen y la familia es atacada en sus principios y valores. Está también el flagelo de las sectas protestantes, que son un auténtico cúmulo de herejías, un sistema que amenaza con destruir la fe católica».
 
Según el prelado, es «extremadamente necesaria una respuesta, y esta debe ser la evangelización, la misión, como dijo el documento de Aparecida». «Esta reunión ha querido animarnos en la fe, para poder tomar la mejor decisión, para que podamos anunciar a Cristo, como la verdadera opción en un mundo cada vez más materialista, carente de fe». Este encuentro c on los iniciadores del Camino, afirmó, «ha sido de gran ayuda, una gran riqueza, y para mí, una gracia especial».
 
Para monseñor Angelo Pignoli, obispo de Quixadá (Brasil), los grandes desafíos de su diócesis «afectan a la familia y a la juventud, peor también a la formación del pueblo; diría, en un cierto sentido, la evangelización más profunda, para llegar a las conciencias de las personas y tener un cristianismo más auténtico y eficaz».
 
Monseñor Pignoli, que antes de ser obispo hizo todo el Camino Neocatecumenal en su país, en el Estado de Sao Paolo, afirmó que «este itinerario es una experiencia única y verdaderamente necesaria, hoy, en la Iglesia». «Creo que esta iniciación cristiana es útil también para tener sacerdotes que sientan en su vida la presencia del Señor, para poder llevarlo a los demás. Mi preocupación actual, en mi diócesis, es precisamente cómo formar presbíteros con esta experiencia más concreta del Señor, porque de lo contrario se trata sólo de palabras que decimos, y no de la vida». «La vida, en cambio, es entregarse totalmente, como hizo la Virgen, en las manos del Señor. Esta precisa experiencia de la familia de Nazaret es necesaria en Brasil, y en todo el mundo. Nuestra iglesia ha visto una fuerte disminución en la frecuencia de los sacramentos, pero ahora tenemos pequeños grupos que viven concretamente la fe».
 
Ante las acusaciones de que las comunidades neocatecumenales viven «al margen» de la parroquia, monseñor Pignoli observa que «absolutamente no, al contrario. He sido párroco en una diócesis con 300 comunidades; he visto personalmente que en el Camino Neocatecumenal las personas se ponen al servicio de la parroquia con su vida, con su testimonio». «Ciertamente, esto depende también de la capacidad del párroco de crear la comunión entre los grupos y de hacerles trabajar juntos», subrayó.
 
Para monseñor Hugo Barrantes, arzobispo de San José y presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, en este país caribeño «constatamos la anti-cultura de la muerte: la gente no quiere tener hijos, quiere el matrimonio homosexual, la familia es hostigada». «Los obispos de Costa Rica (somos ocho) estamos trabajando muchísimo para defender la familia. En este mes de noviembre haremos una marcha por las calles de San José con este fin; prevemos la participación de unas 200.000 personas. Queremos decir a los gobernantes que estamos con la familia, que no queremos la muerte, que queremos que nazcan niños, queremos el futuro de la patria. Este es el desafío más importante para nosotros hoy».
 
Para monseñor Barrantes, que afirmó conocer el Camino desde hace 30 años y haberlo hecho, este itinerario «una respuesta para nuestro tiempo, sin duda». Respecto a los desafíos planteados por las sectas, monseñor Barrantes aseguró que en su país «hay sectas, pero sobre todo la gente deja la religión y no se adhiere a nada. Esta indiferencia, creo yo, es un fenómeno aún más peligroso. Por esto queremos evangelizar, queremos poner a la diócesis en un permanente estado de misión».