(VERITAS) El padre José Luis Gago de Val, O. P., ex director general de COPE (1981 a 1983) y ex director del área socio-religiosa de COPE (hasta su jubilación en el 2000) es una de las personas que mejor conoce la evolución de “la radio de los obispos” desde sus orígenes hasta la integración de las emisoras diocesanas en una sociedad anónima, y que ve como “una lucha titánica por la supervivencia”. Desde que en 1964 fuera nombrado director de Radio Popular de Pamplona, ha dedicado 35 años de su vida profesional a la COPE, lo que convierte a este dominico y periodista en una de las voces más autorizadas para hablar con serenidad del devenir y la situación actual de un medio de comunicación, que para defensores y críticos, es hoy un punto de referencia ineludible. En esta entrevista concedida a Veritas, el sacerdote y comunicador ofrece su perspectiva sobre la emisora. -Usted ha ocupado diversos cargos de responsabilidad en la COPE, ¿qué recuerdos guarda de este trabajo? 35 años son un período extenso de la vida; en mi caso, emparejado con la COPE prácticamente desde sus orígenes. Se sobreentienden, pues, muchos recuerdos de la más diversa índole. En mirada retrospectiva, simplificas y seleccionas: primeros tiempos duros, de precariedad material, trabajando con equipos humanos siempre escasos, pero de una calidad, generosidad y espíritu admirables. La etapa inicial de vida autónoma de las emisoras, independientes entre sí, para lo bueno y para lo difícil, te ofrecía experiencias y vivencias más personalizadas; todo dependía del pequeño equipo profesional de cada emisora. Todos, los 7 ó 10 trabajadores de Radio Popular de…, hacíamos de todo y todo lo hacíamos nosotros. Esa experiencia fue fantástica y muy pedagógica. El logro de la integración de las emisoras diocesanas en sociedad anónima es uno de mis mejores recuerdos, acaso porque me tocó vivirlo en el ojo del huracán y porque fue un paso determinante en la supervivencia y en el relanzamiento de COPE. Recuerdos personales más íntimos son innumerables y coinciden con la agenda de amistades que sobreviven por encima del tiempo y de las ausencias. -¿Cómo ve la evolución de COPE desde sus inicios hasta la actualidad? Como una lucha titánica por la supervivencia. La COPE, como el cosmos, fue creada de la nada. Su propia aparición fue fruto de la evolución, desde las minúsculas y entusiastas emisoras parroquiales, pasando por auténticas luchas administrativas por lograr una distribución equitativa de frecuencias y potencias, hasta el día de hoy, en que COPE como empresa de medios de comunicación social tiene entidad empresarial sólida, dotación tecnológica adecuada, equipos profesionales competentes en las diversas áreas, política financiera garante. Es cierto que ninguna empresa tiene asegurada su supervivencia de manera absoluta, pero, en condiciones de normalidad, COPE es una empresa consistente, capaz, incluso, de sortear turbulencias y crisis coyunturales. Sospecho, no obstante que, en algunas instancias y personas de la Cadena, no sobresale esa confianza en la propia estabilidad y firmeza; y esa inseguridad frena decisiones y anticipaciones que, a veces, es preciso tomar. Echo de menos, en determinados momentos, un punto de coraje y capacidad de riesgo. La experiencia ha demostrado reiteradamente que COPE, a lo largo de los años, siempre ha superado las crisis a las que, como toda entidad humana, se ha visto sujeta. Una de las razones de la confianza en el futuro, además de la experiencia de su propia trayectoria, es la convicción de los titulares y accionistas mayoritarios, los obispos españoles, del carácter prioritario que este medio de comunicación social tiene entre sus responsabilidades. -¿Qué exigencias profesionales debe cumplir COPE como radio generalista? En primer lugar, el rigor y la calidad profesional en todos los niveles: financiero, redaccional, laboral, publicitario. COPE pretende ser fiel a una tradición inspirada en el cardenal Herrera (hacer primero un buen periódico para que pueda serlo católico). En segundo lugar, los profesionales de COPE han de hacer de su trabajo un servicio a la verdad, con espíritu de convivencia y criterio independiente. En la expresión de opiniones, y como regla de estilo, los profesionales han de observar el respeto a las personas y el diálogo civilizado, rehuyendo el apasionamiento y la crítica sistemática. Más en concreto, en las cuestiones ideológicas y políticas deben ejercer la libertad constitucional de información y de expresión, con sentido de la responsabilidad y criterios de independencia, sin involucrar a la Cadena ni a sus espacios en opciones partidarias. Otra exigencia fundamental es la promoción de los valores del humanismo cristiano, la defensa de los derechos humanos, la solidaridad entre personas y pueblos, el concepto cristiano del matrimonio, de la familia, de la vida, opción preferencial por los pobres y marginados, la paz, la justicia la libertad, respeto a la intimidad personal y de la vida privada. Y todo ello en modos y maneras conciliadores, dialogantes, cultivadores de la convivencia. (Supongo que los más avisados se habrán percatado, si lo conocen, que esta respuesta es transcripción literal de algunos epígrafes del Ideario de COPE…) -¿Cómo conciliar el ideario cristiano de la emisora con la libertad de los profesionales? La libertad es un valor sagrado y la libertad de expresión y de opinión un derecho de la persona, pero no es un valor absoluto al que deba supeditarse toda otra cualidad; mi libertad no me autoriza a cometer una injusticia, a hacer de la mentira un instrumento de negociación, a traspasar la intimidad de una persona, a faltar a la caridad cristiana, etc, etc. En la apreciación de la libertad individual somos juez y parte y la propia subjetividad hace que no todos entendamos ni administremos la libertad personal con idéntico criterio y apreciación. La libertad no es un valor rígido, inconexo; es una virtud y un derecho correlativos que, por la condición social de los hombres, ha de modularse en el respeto a la libertad y derechos ajenos. Creo que se ha sacralizado la libertad de expresión hasta situarla en el Olimpo de las divinidades mitológicas. Referida la cuestión a la relación con los profesionales en COPE y su Ideario, entiendo que, siendo libre y opcional el ingreso en dicha Cadena, la primera actitud de quien accede a ella, es respetar los derechos, los objetivos, la filosofía y los valores que la Empresa tiene como constitutivos de su identidad. La libertad de expresión del comunicador no es anterior ni prioritaria a la de la empresa, máxime cuando los valores esenciales de ésta vienen explicitados en un Ideario cuya respetabilidad es requerida en el momento de la contratación o del acuerdo de colaboración. Tomo textualmente del Ideario: “Las personas que son llamadas a cualquier responsabilidad en COPE tienen el derecho y el deber de conocer previamente el Ideario y los componentes esenciales de su línea editorial. La aceptación de un cargo de índole redaccional implica también la asunción, por el interesado, de los compromisos morales y profesionales exigidos por el Ideario. El menosprecio, la hostilidad, la incongruencia profesional y el silencio sistemático o reiterado sobre los mismos, cuestionarían, en principio, su permanencia en el servicio, a salvo siempre su persona de cualquier arbitrariedad no contrastada”. Si yo voy a tu casa, la más elemental cortesía se manifestará en respetar, desde el césped del jardín hasta el estilo de la decoración, por más que no sean de mi complacencia. -¿Hasta qué punto es COPE la “radio de los obispos”? La expresión “la radio de los obispos” es utilizada por un sector mediático y social, desafecto o contrario a COPE, con acento despectivo y acusatorio. También convendría hacer examen de conciencia desde COPE para descubrir si determinados modos de actuación, de opinión y de expresión no han propiciado ese tono arrojadizo y pretendidamente descalificador. Dicho esto, la realidad es la que es: la Cadena COPE, como empresa, es una Sociedad Anónima que se rige por la Junta General de accionistas, por el Consejo de Administración y demás órganos de dirección y gestión. Pero, la titularidad jurídica de las concesiones administrativas y la propiedad, en cuanto accionista mayoritario, corresponden a la Conferencia Episcopal Española. Es tan esencial esa condición que constituye estatutariamente la salvaguarda de su identidad confesional y evangelizadora en el ámbito de la opinión pública. En lo empresarial, por accionista mayoritario, y en lo conceptual por el Ideario aprobado y establecido por la Conferencia Episcopal, la expresión “la radio de los obispos” es correcta y adecuada: en las duras y en las maduras. -Por COPE han pasado profesionales creyentes, no creyentes, de otras confesiones… Algunos piensan que para respetar el Ideario todos deberían ser católicos. ¿Está de acuerdo? En principio, es lo coherente, sobre todo en las áreas de redacción, información y dirección de programas donde, no sólo es requerido el respeto al Ideario, sino su asunción y transmisión a los radioyentes. Y esto, no sólo en los programas explícitamente religiosos, sino en toda la programación, acomodada al lenguaje y a los modos específicamente radiofónicos. El Ideario afirma en su preámbulo: “…la Cadena se considera a sí misma como confesionalmente católica y se sitúa, de partida, en el marco de los fines generales de la Iglesia y, más en concreto, de su presencia evangelizadora en el ámbito de la opinión pública”. Un profesional de los medios no católico, ni tampoco cristiano, difícilmente transmitirá valores, criterios, convicciones, visión de la realidad derivados del Evangelio de Jesús de Nazaret; no forman parte de su contextura intelectual ni de sus vivencias espirituales. Y en la COPE no debiera bastar el respeto al Ideario, sin un mínimo de comunión con su espíritu y sus contenidos confesionales. Es cierto, y correcto, el hecho de que en COPE nunca se ha preguntado a nadie por sus creencias –faltaría más-, y éstas no han sido nunca ni privilegio, ni anatema. Pero un mínimo de reciprocidad y de coherencia permite exigir a quienes acceden profesionalmente a COPE algo más que respeto al Ideario, en los contenidos y en las maneras. -Cada cierto tiempo surgen algunas “estrellas” en la COPE (Encarna Sánchez, José María García, Antonio Herrero, Federico Jiménez Losantos…) ¿Qué ventajas y qué inconvenientes representan estas figuras para los fines de la Cadena? No seré yo quien descalifique esa política radiofónica, pues algo tuve que ver en la primera decisión de establecer en COPE la “radio de las estrellas” con la contratación de Luis del Olmo, Encarna Sánchez y Alejo García el año 1983. Todos los medios seleccionan a sus profesionales, los promocionan, y les responsabilizan en la importancia de su quehacer y de su significación para la Cadena y en la sociedad. Las ventajas son proporcionales a la categoría y calidad personal y profesional del comunicador. La experiencia de los medios, en particular de los audiovisuales, Radio y TV, demuestra la importancia de contar con “primeras figuras”; son las que convocan e incrementan las audiencias, objetivo preferente de todos los medios. Inconvenientes: si las condiciones contractuales y las relaciones empresa-profesional son razonables, respetuosas, no veo ninguno que pueda distorsionar las relaciones y el buen funcionamiento del medio. Más que de inconvenientes yo hablo de riesgos; uno de ellos, certificado en muchas de las “estrellas de la radio”, es el endiosamiento. Endiosamiento y prepotencia que, a más de uno, les han llevado a alardear de ser los salvadores de la Cadena, personas imprescindibles. Yo he conocido a bastantes. Ellos han pasado, la COPE sobrevive. En COPE, a partir de un determinado momento, la dirección de la Cadena y de los órganos directivos de la empresa equivocaron, a mi modo de ver, la política de relación y contratación con determinadas “estrellas”. La equivocación y el error consistieron en otorgarles atribuciones ajenas a su condición de meros directores de un programa determinado, atribuyéndoles autoridad ejecutiva, incorporando a algunos de ellos al Consejo de Administración, otorgándoles capacidad determinante para intervenir en la programación general, con capacidad de decisión al margen y por encima de directores de área. Me sumo al criterio de Camilo José Cela quien, en un decálogo de deberes del periodista, señala éste: “Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada, sino el eco de todo.” La atribución de poderes extraordinarios a las estrellas ha originado desajustes funcionales, operativos y personales en la estructura de la empresa. Este error no ha sido aún subsanado ni reconducida la política empresarial. -Cristo, Palabra encarnada, es paradigma de la perfecta comunicación. COPE ha tomado su lema del Maestro:”La Verdad os hará libres”. ¿Cómo ve el panorama mediático actual y qué papel está llamada a cumplir en él la COPE? Las palabras de san Juan (8,32) han sido sacadas del contexto y reducidas al orden de la verdad lógica. Jesús, sin embargo, dice: “Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente discípulos míos; así conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. La Verdad que hace libres es la fidelidad a Jesús de Nazaret y a su palabra. Por si no hubiera quedado claro, él mismo precisa: “Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres” (Jn 8,36). Jesús no habla de ética, sino de la Verdad del Padre, del conocimiento de él y del Padre. Y les dice: “Vosotros juzgáis con criterios humanos. Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros pertenecéis a este mundo, yo no. En el heterogéneo mundo mediático, la COPE tiene perfectamente señalado su itinerario y su papel. Lo resumo con palabras de Juan Pablo II a los participantes en la Convención anual de Directores de COPE celebrada en Roma en julio de 1998: “El carácter católico de la COPE debe evitar equívocos y os compromete a todos a la coherencia con los principios y valores del humanismo cristiano. Ello no supone identificarse con un modo de hacer radio cuyo contenido sea explícita y exclusivamente religioso, aunque ésta sea una forma muy válida, estimada y seguida por algunas emisoras”. “En la COPE habéis optado por un modelo de radio más general, que pretende llegar a un número mayor de personas, asumiendo así horizontes más amplios. Sin embargo, esto no os debe impedir el tratar de llevar el mensaje y la paz de Jesucristo a todos, a los de cerca y a los de lejos (cf. Ef 2,17), incluso a quienes no muestran interés por Él. Ello os obliga a un esfuerzo por mantener el equilibrio, os alerta a dominar la tensión entre lo humano y lo divino, entre el Evangelio y el materialismo, entre los valores perennes anunciados por Jesucristo y los postulados de la secularización”.