Cuentan las crónicas deportivas que, a pesar de no estar pasando por su mejor momento, Rafael Nadal es uno de esos deportistas que destaca por una forma de ser, una fortaleza, un equilibrio en su vida que es lo que realemente le hace respetado dentro y fuera de las pistas.
Pero como cualquiera -hasta el mejor escribano, dice el refrán- echa un borrón. Saliéndose de su habitual mesura, y para explicar que «prácticamente todas las cosas malas que pasan en la vida son culpa de los radicalismos de cualquier tipo, que desecadenan problemas que podrían evitarse», ha asegurado en el diario La Información de Alicante que «uno puede ser religioso, ateo, cristiano, musulmán, lo que sea, pero de aquí a llegar a todas las barbaridades que se han hecho por la religión es demasiado». Para rematar con un «para mií la religión es la mayor causa de mortalidad de la historia».
En otro roden de cosas, el tenista se muestra poco optimista respecto a la posibilidad de que se llegue a vivir en un «mundo ideal», aunque reconoce que «a un mundo mucho mejor que en el que vivimos sí que podemos aspirar».