Se trata de una mujer tucumana que hace 19 años sanó de una fuerte afección cardíaca sin explicación científica. Esta mujer, que sigue con vida, es, además, profesora en el colegio de las religiosas en Tucumán (Argentina). Según Radio María-Argentina, las Esclavas Argentinas (www.esclavasargentinas.com.ar, es como se las llama popularmente) creen que su fundadora probablemente va a ser beatificada este mismo año 2017.
Catalina de María Rodríguez nació en Córdoba (Argentina) en 1823 en una familia importante. Su padre fue secretario de los gobernadores Bustos y Paz, y su primo Santiago Derqui fue Presidente del país. Su esposo fue un destacado militar de la Confederación Argentina.
Sin embargo, ella y sus tres hermanas perdieron a sus padres muy pequeñas y fueron criadas por sus tías. Catalina recibió la educación rudimentaria de la mujer de la época para que se dedique a las labores de la casa.
A los 17 años hizo sus primeros ejercicios espirituales y allí descubrió su vocación de consagrar su vida a Dios, pero no pudo realizarla porque en Argentina y sus alrededores solo había conventos de clausura. Se dedicó a promover y sostener la obra de los ejercicios espirituales.
Catalina, ya madura, antes de entrar en la vida religiosa
A los 29 años se casó con el coronel Manuel Antonio de Zavalía, que era un viudo con dos hijos. Su marido fue nombrado edecán del Presidente Derqui y se fueron a vivir a Paraná, donde tuvieron una hija que murió al nacer.
El matrimonio regresó a Córdoba, donde Catalina quedó viuda a los 42 años.
Fue como viuda que renació su vocación y un deseo: formar una comunidad de señoras al servicio de las mujeres más vulnerables para catequizarlas, enseñarles a trabajar y vivir con ellas, “como los jesuitas pero en femenino”.
Luego de 7 años de pruebas y contratiempos, Catalina mantuvo su deseo en alto porque “esa idea estaba entrañada en mi alma y aunque quisiera no podía quitármela” y en esos intentos “encontraba consuelo en Dios, de quien todo lo esperaba, cuya confianza no me faltó jamás”.
Finalmente, en 1872 fundó las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, la primera congregación de vida apostólica de Argentina. A petición del santo Padre Brochero, el famoso cura gaucho, en 1880, 16 hermanas cruzaron las Sierras Grandes a caballo para atender la Casa de Ejercicios y el Colegio de Niñas fundados por este sacerdote. Así empezó el servicio de esta congregación.