«Se debería construir el futuro de la Europa unida sobre el fundamento de la verdad de la historia, no sobre la mentira – insistía Walesa –. No fueron sólo los políticos quienes en ese momento llevaban las riendas del golpe de libertad».
«La verdad es muy importante cuando hablamos del curso de la historia», dijo Walesa durante la Fest der Freiheit (Celebración de la libertad). Para Walesa, Juan Pablo II y el movimiento obrero Solidarnosc (Solidaridad) tienen la mayor parte en la nueva apertura de Europa.
Bajo una lluvia persistente, la canciller alemana Angela Merkel cruzó muy sonriente, con sus anfitriones y cientos de personas, que se abrían paso a empujones, el puente de la Bornholmer Strasse, uno de los primeros pasos fronterizos abiertos en 1989. Para Merkel, uno de los momentos más felices de su vida, confesó.
Las celebraciones de los 20 años de la caída del Muro comenzaron con un servicio religioso en la iglesia de Getsemaní, símbolo de la disidencia de Berlín Este. Junto con el ex Presidente Mikhail Gorbachov y Lech Walesa, y otros luchadores por los derechos civiles, así como varios testigos, la canciller alemana cruzaba simbólicamente la frontera, donde desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989, más de un centenar de personas fueron brutalmente fusiladas.
Lech Walesa, elogió el papel del Papa polaco en la caída del muro de Berlín. Durante su testimonio se pudieron ver en las pantallas escenas de la legendaria visita del papa Juan Pablo II a Polonia en 1979, y del levantamiento de los mineros. Las imágenes mostraban que en el astillero «Lenin» de Gdańsk comenzó una Europa libre.
Su primer viaje a Polonia en junio de 1979, tuvo un impacto enorme, pues era la primera visita de un Papa a un país comunista. Es te hecho suscitó una fuerza enorme en Polonia. Para los alemanes la reunificación, que todavía sigue siendo un desafío, comenzó el 9 de noviembre de 1989.
«Europa necesita desesperadamente los valores que empujaron a aquella revolución», reiteró Walesa en la ceremonia, que millones de espectadores pudieron seguir por las pantallas de la televisión alemana.
Momentos antes, bajo la Puerta de Brandeburgo, la canciller Angela Merkel había recordado la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, como el día de la «victoria de la libertad», una libertad, que no debe contemplarse como un bien «sobreentendido», sino como algo por lo que se lucha y defiende cada día.
El 4 de junio de 1979, el Papa dijo a los representantes del régimen comunista: «Permítanme, venerables señores, que siga considerado el interés de Polonia como mío, y de participar en él tan profundamente, como si todavía viviera en este país y fuera ciudadano de esta nación».
El inolvidable papa Juan Pablo II, el «centinela de la puerta de la libertad», como le llamó Helmut Kohl, pasó el 23 de junio de 1996, al final de su visita a la Alemania reunificada, por la Puerta de Brandeburgo. Ahora que he pasado por la Puerta de Brandenburgo siento que se acabó verdaderamente la Segunda Guerra Mundial», comentó Juan Pablo II en aquel momento, profundamente conmovido.
El ex presidente de Polonia y Premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, junto al primer ministro de Hungría, Miklos Nemeth, puso en marcha la operación de derribo del dominó gigante de 1000 piezas, con el que se simboliza el fin del Telón de Acero, en el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. El político polaco llevó a cabo esta simbólica acción desde la sede del Parlamento Federal, el Reichstag.
Fue todo un homenaje a Polonia, al primer papa de este país del Este, que fue el primero que forzó unas elecciones democráticas.