En la cima del Nebo, en una especie de balcón natural que domina el valle del Jordán y permite llegar con la vista hasta Jerusalén, la narración bíblica (especialmente el capítulo 34 del libro del Deuteronomio) sitúa aquí el lugar en el que Dios mostró a Moisés la tierra prometida a los israelitas, una tierra en la que no puso el pie pues aquí murió y fue enterrado. Aunque el lugar de la sepultura es desconocido, una comunidad de monjes se estableció en el monte Nebo, perpetuando en él la memoria de Moisés, entre el siglo IV al IX. A lo largo del siglo XX, los arqueólogos de la Custodia de Tierra Santa sacaron a la luz el antiguo monasterio, la basílica y los maravillosos mosaicos que había en su interior. Con el fin de cubrir y proteger el sitio arqueológico, y al mismo tiempo exponer los mosaicos realizados por los monjes en distintos períodos históricos, se ha construido el nuevo edificio.
Tras los recientes descubrimientos y con ocasión de la reapertura del Memorial de Moisés, fray Eugenio Alliata, responsable científico del proyecto de restauración, ha escrito la historia del monte Nebo y del Memorial, recorriendo los testimonios antiguos e ilustrando los trabajos de los arqueólogos franciscanos (Sylvester J. Saller, Bellarmino Bagatti, Virgilio Corbo, Michele Piccirillo, Eugenio Alliata y Carmelo Pappalardo), hasta el proyecto actual. El documento se puede leer y descargar en este enlace.