Precisamente, sobre «Ágora» hablaron diversos expertos como el director del departamento de cine de la Conferencia Episcopal, Juan Orellana, en una mesa redonda celebrada ayer en la universidad CEU San Pablo
 
Moderada por el profesor de Historia Medieval, Alejandro Rodríguez de la Peña, la mesa redonda comenzó con la intervención del profesor de Historia de la citada universidad, Hipólito Sanchiz, quien habló de la ciudad de Alejandría, escenario donde se sucedió el crimen de Hipatia, y explicó que Alejandría era un centro cultural de primer orden –de ahí la biblioteca, donde cientos de eruditos estudiaban y copiaban los manuscritos de la antigüedad- pero, también, era una ciudad problemática pues convivían en el mismo territorio tres comunidades diferentes: egipcia, greco-macedónica y judía. Precisamente, fruto de este problema de orden público es el asesinato en el siglo IV de dos obispos de la Iglesia, algo que ni por casualidad se ve reflejado en la película, informa Análisis Digital.
 
Tras profundizar en el territorio donde vivió Hipatia, el profesor de Filología Griega Universidad Complutense, Miguel Herrero, se adentró en el mundo cristiano antiguo y su relación con la cultura y la sociedad de la época. A su juicio, Amenábar trata de hacer maniqueísmo. «Es tan sectaria y maniquea que no resulta verosímil», destacó.
 
«El cristianismo no es fanático ni opuesto a la razón», aclaró y puso como ejemplo que «Ágora es como hacer una película del Real Madrid y llamarla “Alcorcón”», en alusión al último partido del equipo blanco en el que perdió por goleada contra el de segunda división B.
 
Según los escritos de la época de Hipatia, una ola de fanáticos atentaba contra los templos paganos, pero eso no significa que la jerarquía de la Iglesia no lo condenara ni que el obispo Cirilo estuviera detrás de todo. De hecho, en los primeros años de Cirilo reinó el desorden pero en los últimos treinta años tuvo control sobre las masas.
 
Según el profesor, es cierto que la Iglesia condenaba el teatro y que pedía a los fieles que no asistieran porque estaba «lleno de vicios» pero nunca pidió que los destrozaran. Lo mismo ocurre con el asesinato de Hipatia. El director reduce el cristianismo sólo a una minoría.
 
Por último, el profesor Narrativa Audiovisual y director de cine de la Conferencia Episcopal Española, Juan Orellana, hizo un repaso por la filmografía de Amenábar: «Tesis», «Abre los ojos», «Los Otros», «Mar adentro» y «Ágora» y dijo que al principio apuntaba maneras de buen director que manejaba el suspense. Sin embargo, en las últimas, propone su propia filosofía de la historia.
 
Orellana aportó algunas claves que permiten entender el trasfondo cultural de la película y criticó del director la contraposición entre fe y Razón que se dibuja en «Ágora», «una fe entendida como superstición atada irracionalmente a la escritura y una razón concebida como positivista». En resumen, plasma «una fe que nada tiene que ver con la razón y una religión que detesta la ciencia como si fuera la enemiga de la Biblia». Y declaró: «El compromiso de la fe cristiana con la razón es máximo y abrumador».
 
También, destacó el eje trasversal feminista que ilustra. «Se atribuye a una persona del siglo IV cuestiones propias del siglo XX», y subrayó que se presenta a Hipatia con todas las virtudes que se consideran cristianas: llama a los demás hermanos, es tolerante, bondadosa, ama y busca la Verdad, es paciente, prudente y Virgen, pero consagrada a la Ciencia. «Es –dijo- una santa laica que murió por el fanatismo».
 
Lo cierto es que Amenábar, que en un primer momento iba a dedicar la película a la astronomía, utiliza un hecho histórico indiscutible, real, que ocurrió en un lugar del mundo pero el problema es que «utilizando personajes caricaturescos, aprovecha para ofrecer una filosofía de la historia del presente y que viene a decir: “qué desgracia para los hombres que hayan existido las religiones”».
 
Finalmente, consideró que la película se suma a la concepción de que la religión es contraria a los deseos de felicidad del ser humano. «No es –concluyó- de extrañar que tantos políticos hayan ido al estreno».