Allí, justo al lado de Israel, reina Hamás, cuya organización matriz son los Hermanos Musulmanes de Egipto. Hamás significa «movimiento de resistencia islámico», pero también «fervor». En la franja controlada por ella –de unos 40 kilómetros de longitud y de 8 a 15 kilómetros de ancho– viven en torno a 1,5 millones de palestinos. La mayoría son musulmanes, pero también los hay cristianos.
 
La violencia condiciona de forma creciente la vida cotidiana de estas personas, aunque la mayor parte no aparezcan en las noticias de la televisión o, en todo caso, sólo de forma marginal. Lo mismo vale para las Hermanas del Rosario de Tal Hawa, en el norte de la Franja de Gaza, pertenecientes a una congregación fundada a finales del siglo XIX en Jerusalén. En Tal Hawa viven cinco religiosas; tres de ellas dirigen una escuela primaria y un jardín de infancia para unos 500 niños.
 
En junio de 2007, durante los enfrentamientos armados entre los grupos palestinos de Hamás y Al Fatah (la fracción más poderosa de la OLP), la escuela cae bajo fuego de mortero. El edificio, ubicado cerca de la zona de combate, sufre graves daños y también saqueos. Un año y medio más tarde, durante una acción militar de varias semanas de duración, iniciada en diciembre de 2008 y emprendida por el Ejército israelí contra Hamás, la escuela vuelve a ser objeto de fuego cruzado.
 
Tras los violentos enfrentamientos de 2007, la Hna. Iness al Yacoub, Superiora de las Hermanas del Rosario de Beit Hanina, en Jerusalén oriental, pide apoyo a la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada. La religiosa describe así la destrucción causada por los saqueadores: “Han profanado la capilla al destruir la imagen del Corazón de Jesús, destripar los misales y destrozar los cirios. Todo lo que había en la capilla ha quedado disperso por los suelos, y las cortinas y sillas han sido pasto de las llamas”.
 
El sacerdote católico Manuel Musallam, hasta 2009 párroco en Gaza, califica el saqueo de «acto vandálico», pero también recalca la buena relación que mantienen los palestinos musulmanes y cristianos: «Nuestras relaciones con los musulmanes no sólo son muy buenas, sino excelentes. En mi opinión, estos hechos no los han provocado ni Hamás ni Al Fatah». A raíz de los bombardeos aéreos israelíes de enero de 2009, que también causan la muerte de un joven feligrés, el sacerdote publica una carta abierta. Entre otros, escribe: «Hemos sido el blanco de bombas de fósforo, que provocan terribles quemaduras, casi siempre, entre los civiles. Al igual que los primeros cristianos, atravesamos aquí tiempos de enorme angustia. Tanto los daños materiales como las heridas físicas y psíquicas son inconmensurables».
 
En 2007, Ayuda a la Iglesia Necesitada reaccionó sin demora ante el grito de auxilio de las Hermanas del Rosario. A muchos bienhechores les conmovió la desgracia de las religiosas de Tal Hawa, y gracias a ello, muy pronto pudimos poner a su disposición los recursos necesarios para la reconstrucción. Sin embargo, las obras avanzan muy lentamente porque la importación de hormigón y acero hormigonado de Israel a Gaza está sujeta a muchas restricciones. Además, el reinicio de las hostilidades en diciembre de 2008 obligó a interrumpir totalmente las obras, y los nuevos daños han provocado retrasos adicionales.
 
En su carta de septiembre de 2009 a Ayuda a la Iglesia Necesitada, la Hna. Davida Twal nos explica: «La escuela está en el centro de Tal Hawa, en una zona densamente poblada que sufrió fuertes ataques durante la ofensiva terrestre del Ejército israelí». El fuego de los tanques, las granadas de fósforo y los misiles de corto alcance destruyeron partes del jardín de infancia y la escuela. «Damos gracias a todos los que nos han ayudado a reparar los daños más graves», prosigue la religiosa, añadiendo que, en cuanto sea posible, se concluirán las obras pendientes.

Mientras las Hermanas del Rosario se arman de paciencia a la espera del restablecimiento total de la escuela y el jardín de infancia, otros necesitan dinero para llevar a cabo tareas urgentes: sobre todo en Galilea y Jordania occidental, los cristianos dependen de ayuda del exterior. Marie-Ange Siebrecht, responsable, entre otros, de los proyectos en Oriente Próximo de Ayuda a la Iglesia Necesitada, señala: «Allí, la gente colabora activamente en el mantenimiento de las parroquias, y eso me ha causado muy buena impresión. La gente no sólo pide ayuda. Ciertamente, tienen la esperanza de que Ayuda a la Iglesia Necesitada los apoye, pero también están dispuestos a poner su granito de arena para que esta ayuda fructifique».
 
Siebrecht, de nacionalidad francesa, puntualiza: «Quien viaje a Tierra Santa no debería limitarse a ver los Lugares Santos. También hay que visitar las ‘piedras vivas’, porque allí las personas se alegran cuando notan que otros cristianos comparten sus alegrías y sus penas. Pues, pese a todas las adversidades, se trata de comunidades de creyentes llenas de vitalidad».