La propuesta se recoge en un documento al que ha tenido acceso LA RAZÓN y en el que los miembros de la comisión del CEC –formado por asociaciones de padres y madres, sindicatos de docencia y agentes del sector empresarial–, aprueban este cambio de nombre, según indica el texto, «por acuerdo mayoritario de los asistentes» .
La razón que alegan no es otra que la de «permitir un primer paso hacia una distribución más racional de los períodos lectivos y de descanso».
La propuesta, que no es vinculante, está en las manos del conseller desde el pasado día 7 y es el propio consejero el que debe decidir si aplica o no estos cambios.
En las próximas semanas, según anunció la consejería, se elaborará un borrador de decreto en el que además de pronunciarse sobre este nuevo sistema de nomenclatura decidirá si adelanta el curso escolar una semana en septiembre y ofrece a cambio una semana «blanca» en febrero.
Ese borrador pasará entonces a ser votado por los mismos miembros del Consejo Escolar que han dado el visto bueno a estos cambios, por lo que todo hace pensar que a partir de septiembre de 2010, los alumnos catalanes tendrán una vacaciones laicas y sin connotaciones religiosas en su nomenclatura.
Los representantes de los agentes sociales catalanes que forman el CEC se muestran a favor de aplicar estos cambios en el aula y es uno de los pocos puntos del documento que han entregado a Maragall en el que «la mayoría está de acuerdo».
Sustraer la connotación religiosa de la titularidad de las vacaciones era una idea que venía gestándose en el si del Consejo Escolar desde hace tiempo. Cambiar el nombre a las vacaciones ya se propuso en mayo, pero las votaciones del Consejo se estancaron por la falta de acuerdo en otros puntos.
La inmigración y la multiculturalidad de las aulas, –en algunos municipios con un alto índice de extranjeros recién llegados, como Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), donde se pueden encontrar más de 15 nacionalidades–, son uno de los factores clave para este cambio de nombre, según los miembros del Consejo Escolar.
A título personal, la presidenta de la Confederación Cristiana de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ccapac), que congrega a más de 250.000 familias catalanas, tildó ayer a esta propuesta de «absurda» y añadió que llega con «ganas de marear la perdiz» .
Para Rey, las Navidades y la Semana Santa forman parte de «nuestras tradiciones y raíces» por lo que, «no tiene sentido cambiar el nombre cuando todo el mundo al día de Navidad le seguirá llamando por ese nombre».
Para la presidenta de Ccapac, este cambio no afectará a la realidad sociocultural de los núcleos familiares, que «seguirán utilizando, en caso de que se cambie, la antigua nomenclatura».
La decisión del Consejo Escolar catalán ha «sorprendido» a Rey, que no entiende «cómo con cosas tan importantes a cambiar en educación se preocupen por este tema, cuando seguirán siendo los mismos días de siempre». «Hay mucha palabrería pero luego en su casa continuarán haciéndolo», apuntó la presidenta de Ccapac.
En «pocas semanas» según la consejería, se sabrá si Educación mueve ficha y apuesta por seguir los consejos del CEC. El documento que tiene que redactar Maragall se basará principalmente en el adelanto de las clases una semana en septiembre, pero deberá incluir una posición de la administración catalana sobre el cambio de nomenclatura.