«Debemos encontrar la unidad lo antes posible y celebrar finalmente juntos, la gente no entiende nuestras divisiones y nuestras discusiones». Así lo afirmó ayer el obispo ortodoxo búlgaro Tichon al Papa, al término de la tradicional Audiencia de los miércoles, afirmando que «no ahorraré esfuerzos» para contribuir a reconstruir «pronto la comunión entre católicos y ortodoxos».
 
Según publica el diario L´Osservatore Romano, para Tichon, cabeza de la diócesis para Europa central y occidental del Patriarcado de Bulgaria, «es ciertamente importante el diálogo teológico que se está llevando a cabo estos días en Chipre, pero no se debe tener miedo a decir que es necesario encontrar lo antes posible el modo de celebrar juntos».
 
«Un católico no se convertirá en ortodoxo y viceversa, pero debemos acercarnos juntos al altar» dijo Tichon al Pontífice al tiempo que señalaba que «esta aspiración es un sentimiento surgido de los trabajos de la asamblea» de su diócesis, celebrada en Roma, en la que han tomado parte todos los sacerdotes y dos delegados de cada parroquia ortodoxa búlgara. «Hemos venido donde el Papa – subrayó – para expresarle nuestro deseo de unidad y también porque él es el Obispo de Roma, la ciudad que ha acogido nuestra asamblea», informa Zenit.
«Para Bernardo de Claraval, el verdadero conocimiento de Dios consiste en la experiencia personal, profunda, de Jesucristo y de su amor. Y esto, queridos hermanos y hermanas, vale para todo cristiano», afirmó el Papa Benedicto XVI.
El Papa dedicó la catequesis de hoy, dentro del ciclo de escritores cristianos del primer milenio a san Bernardo de Claraval (10901153), abad cisterciense conocido como el «Doctor melifluo» por la dulzura con que hablaba de Jesucristo
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Este santo escritor fue una importante figura de la Europa medieval, que mantuvo contactos con importantes personalidades de su tiempo, y que es reconocido como el «último Padre de la Iglesia».
 
Subrayó que más que haber abierto nuevos caminos en la teología, san Bernardo «configura al teólogo con el contemplativo y el místico», en un tiempo de agrias disputas entre dos importantes corrientes teológicas, el nominalismo y el realismo.  «Sólo Jesús – insiste Bernardo ante los complejos razonamientos dialécticos de su tiempo – solo Jesús es miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón», explicó el Papa.
 
«El abad de Claraval no se cansa de repetir que sólo hay un nombre que cuenta, el de Jesús Nazareno», añadió. «Para Bernardo, de hecho, el verdadero conocimiento de Dios consiste en la experiencia personal, profunda, de Jesucristo y de su amor».
 
Su ejemplo recuerda hoy que «la fe es ante todo encuentro personal íntimo con Jesús, es hacer experiencia de su cercanía, de su amistad, de su amor, y sólo así se aprende a conocerle cada vez más, a amarlo y seguirlo cada vez más».
«¡Que esto pueda sucedernos a cada uno de nosotros!», auguró el Papa.
 
Las reflexiones de este santo abad «provocan aún hoy de forma saludable no sólo a los teólogos, sino a todos los creyentes», que «a veces pretenden resolver las cuestiones fundamentales sobre Dios, sobre el hombre y sobre el mundo, con las únicas fuerzas de la razón».
 
«San Bernardo, en cambio, sólidamente fundado en la Biblia y en los Padres de la Iglesia, nos recuerda que sin una profunda fe en Dios, alimentada por la oración y por la contemplación, por una relación íntima con el Señor, nuestras reflexiones sobre los misterios divinos corren el riesgo de ser un vano ejercicio intelectual, y pierden su credibilidad».
 
«Al final, la figura más verdadera del teólogo sigue siendo la del apóstol Juan, que apoyó su cabeza sobre el corazón del Maestro», subrayó el Papa.
 
Otro de los puntos sobresalientes del pensamiento de san Bernardo es su veneración a la Virgen María, sobre la que ha escrito importantes sermones y oraciones. Sobre todo, se detuvo en la importancia de la Virgen al haber acompañado a su Hijo en la Pasión.
 
«Bernardo no tiene dudas: per Mariam ad Iesum, a través de María somos conducidos a Jesús», afirmó el Papa. En sus escritos, el santo «confirma con claridad la subordinación de María a Jesús, según los fundamentos de la mariología tradicional», pero «documenta también el lugar privilegiado de la Virgen en la economía de la salvación».
 
El Papa concluyó su catequesis citando una hermosa homilía del santo: «En los peligros, en las angustias, en las incertidumbres – dice – piensa en María, invoca a María. Que Ella no se aparte nunca de tus labios, que no se aparte nunca de tu corazón; y para que obtengas la ayuda de su oración, no olvides nunca el ejemplo de su vida». «Si tu la sigues, no puedes desviarte; si la rezas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no puedes equivocarte. Si ella te sostiene, no caes; si ella te protege, no tienes que temer; si ella te guía, no te cansas; si ella te es propicia, llegarás a la meta...».