En un comunicado oficial de prensa, Carlos López Lozano, obispo diocesano de la Iglesia Española Reformada Episcopal (IERE), nombre con el que se identifican los anglicanos en España, se refirió en términos duros a la decisión del papa Benedicto XVI de crear ordinariatos personales para acoger a los anglicanos que deseen entrar en plena comunión con la Iglesia católica a la que se refiere siempre como «Iglesia de Roma».
En palabras de López Lozano «junto a la tristeza por el abandono de algunos de nuestros hermanos […] da la impresión de que la Iglesia de Roma intenta aprovechar la situación de debate interno existente en la actualidad en el seno de la Comunidad Anglicana en su propio beneficio».
El «debate interno» al que alude el obispo López Lozano hace alusión a decisiones polémicas como permitir la ordenación homosexuales como sacerdotes e incluso obispos. El sector más tradicionalista – que adoptó el nombre de Comunión Tradicional Anglicana – encabezado por el obispo australiano John Hepworth solicitó entonces «la plena comunión eclesial y sacramental» con Roma. Lo que se ha hecho efecto con la decisión de esta semana.
En el comunicado el obispo López Lozano añade que «desde el siglo XIX la Iglesia de Roma ha intentando de alguna manera absorber el mayor número posible de fieles e iglesias anglicanas». Además asegura que «el número de católicos romanos que ingresan en Iglesias de la Comunión Anglicana es muy superior a los que la abandonan en dirección a Roma», sin embargo no ofrece datos para corroborar esa aseveración «por respeto, cortesía y discreción».
A pesar del tono duro del comunicado López Lozano también ve elementos positivos en el abandono de medio millón de fieles: «Constatamos también que el abandono de ciertos fieles y ministros ayudará a profundizar más la propia identidad y vocación anglicana».
En contraste con las posturas del dirigente anglicano español, el primado de la Iglesia de Inglaterra y arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, valoró positivamente la decisión de Roma en una carta enviada a sus fieles a las que manifestaba que «es la consecuencia del diálogo ecuménico entre la Iglesia católica y la Comunidad Anglicana. El diálogo entre ambas continúa». Para las autoridades de la Iglesia de Inglaterra la decisión no se trata de ningún acto de agresión ni de proselitismo. Eso sí, el arzobispo Williams se lamentaba de no haber podido avisar a sus primados de la decisión que iba anunciar El Vaticano y de la que él había sido informado.
La polémica sobre la ordenación de homosexuales en la Iglesia anglicana ha sido una constante en los últimos años. En marzo de 2005 los dirigentes anglicanos de África y Australia exigieron a Canterbury la expulsión de las Iglesias Anglicanas de Estados Unidos y Canadá - apartándolas del consejo consultivo anglicano - por aprobar la ordenación de sacerdotes homosexuales. El detonante fue la ordenación del activista gay Gene Robinson como obispo auxiliar de New Hampshire. Desde entonces se han vivido diversos episodios en los que se especulaba que un sector anglicano se incorporaría al catolicismo para evitar la escisión.
Se calcula que el número de cristianos anglicanos es aproximadamente de 78 millones de fieles, mientras que el de los cristianos católicos es de unos mil millones.