(L. R. R./La Razón) Un grupo de radicales islámicos atacó ayer violentamente a unos 200 cristianos y musulmanes moderados que se manifestaban a favor de la pluralidad religiosa en la capital de Indonesia, causando al menos 12 heridos. Los atacantes, miembros del Frente de Defensores Islámico amenazaron de muerte y atacaron con machetes y palos a los manifestantes, al tiempo que gritaban «arrepentíos o morid» y llegaron a golpear a niños y ancianos en la manifestación. Entre 2004 y 2007 grupos de extremistas islámicos y gobiernos locales han cerrado 110 iglesias en Indonesia. La situación se agrava también por momentos en Argelia, donde media docena de cristianos están siendo juzgados estos días por practicar su fe y donde, por primera vez, una mujer ha tenido que comparecer ante un tribunal por haberse convertido al cristianismo. Habiba, una educadora de 37 años fue detenida a finales de abril cuando viajaba en un autobús entre Orán y Tiaret, en el oeste del país, con varios ejemplares de la Biblia. El pasado 20 de mayo fue presentada ante el tribunal de Tiaret bajo la acusación de «predicar un culto no musulmán sin autorización» y el fiscal solicitó una pena de tres años de prisión y una multa de 500.000 dinares (cerca de 5.000 euros). La ley argelina en materia de ejercicio de cultos, reformada en febrero de 2006, exige una autorización oficial para poder predicar en lugares públicos una religión no musulmana, aunque la Constitución argelina consagra la libertad de culto. Las autoridades argelinas consideran que la rama evangélica de la Iglesia protestante, no reconocida en el país, lleva a cabo una «campaña de proselitismo y evangelización» e intenta poner en marcha lugares de culto sin autorización. El arzobispo de Argel, monseñor Teissier, precisó a EFE que la Iglesia católica no tiene «nada que ver con esa campaña», que no responde a la concepción de su diócesis sobre las relaciones entre cristianos y musulmanes. Asimismo, ayer, dos sacerdotes coptos resultaron heridos por los disparos de desconocidos contra el monasterio de Abu Fana, en el sur de Egipto, según informaron fuentes de seguridad.