Junto a su equipo de religiosas y laicos, la hermana Doris sabía que tenía poco tiempo para reunir a los alumnos, con edades entre 4 y 15 años, y llevarlos a las montañas para ponerlos a salvo del eventual tsunami.
 
La religiosa cuenta que su primera reacción fue de alivio al ver que todos habían sobrevivido al sismo y que su escuela, patrocinada por la Catholic Mission in Australia, no sufrió daños.

Sin embargo, la calma terminó cuando se escuchó la alarma de advertencia de la llegada del tsunami. «Sabíamos que teníamos muy poco tiempo», declaró la religiosa a Catholic Communications de Australia en una llamada telefónica. Subiendo a las montañas, ni la religiosa ni su equipo tenían certeza de cuán lejos podrían llegar para poner a todos a salvo.

El grupo se refugió en las alturas hasta el día siguiente y logró escapar del tsunami, sin embargo muchos aún desconocen el paradero de sus familiares que permanecieron en la parte baja de la isla.

La hermana Doris se ha propuesto recaudar fondos para construir un refugio en las montañas para estar preparados ante otro eventual tsunami.