A causa de la lluvia que cayó en Roma, la solemne ceremonia, que inicialmente iba a celebrarse al abierto, en la plaza San Pedro, se trasladó al interior de la Basílica Vaticana, por lo que muchos de los fieles tuvieron que seguirla a través de la pantallas gigantes que habían sido colocadas en el exterior.
 
En la homilía, el Papa recorrió la vida de cada uno de los santos y destacó el ejemplo que cada uno de ellos representa también para los cristianos de hoy en día. En particular, destacó la labor predicadora del sacerdote español Francisco Coll, quien «se dedicó con ahínco» a propagar el mensaje cristiano «por pueblos y ciudades de Cataluña», informa EP.
 
San Francisco Coll nació en Gombrèn (Girona) el 18 de mayo de 1812. Era sacerdote profeso de la Orden de Predicadores y fundó la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciación de la Santísima Virgen María (Dominicas de la Anunciata). Murió en Vic (Barcelona) el 2 de abril de 1875. Fue beatificado en 1979 por el Papa Juan Pablo II.
 
«Su pasión fue predicar, en gran parte, de manera itinerante y siguiendo la forma de ´misiones populares´», recordó el Papa, haciendo referencia a algunos datos biográficos del nuevo santo catalán. Según el Pontífice, éste «llegaba al corazón de los demás porque transmitía lo que él mimo vivía con pasión en su interior». Fue esta «pasión» la que le llevó a fundar la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata, «con el fin de dar una educación integral a niños y jóvenes».
 
En cuanto al hermano Rafael Arnaiz, lo propuso como ejemplo de todos los jóvenes, tal y como había hecho Juan Pablo II años atrás, con ocasión de su beatificación. «Con su ejemplo y sus obras, nos sigue ofreciendo un recorrido atractivo, especialmente para los jóvenes que no se conforman con poco, sino que aspiran a la plena verdad, a la más indecible alegría», las cuales «se alcanzan por el amor de Dios», resaltó Benedicto XVI.
 
Fallecido a los 27 años, el hermano Rafael pertenecía a una «familia acomodada» y, como él mimo decía, era «alma un poco soñadora». Sin embargo «sus sueños no se desvanecen ante el apego a los bienes materiales», destacó el Pontífice. San Rafael Arnáiz Barón nació en Burgos el 9 de abril de 1911. Era hermano oblato de la Orden de Cistercienses de la Estricta Observancia (trapenses) y murió de diabetes en San Isidro de Dueñas (Palencia), en 1938, durante los años de la Guerra Civil. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1992.
 
El Pontífice también resaltó el «testigo de la fe y de caridad pastoral» que dejó con su vida san Zygmunt Szczesny Felinski, que fue arzobispo de Varsovia en tiempos especialmente «difíciles para la nación y para la Iglesia en Polonia». «Por orden del zar ruso», este nuevo santo polaco, «pasó veinte años de exilio en Jaroslaw, en el Volga, sin poder regresar jamás a su diócesis», recordó el Pontífice.
 
En cuanto al belga Josef Damian de Veuster, más conocido como Padre Damián, elogió su generosidad, ya que «no sólo abandonó su patria» para «anunciar el Evangelio en otra parte del mundo, en las islas Hawai», sino que «también puso en riesgo su salud», al elegir la isla de Molokai para «ponerse al servicio de los leprosos» exponiéndose de este modo «a la enfermedad». Fue así como este misionero belga contrajo la lepra y murió entre los leprosos a los que había decidido dedicar su vida.
 
Finalmente, el Papa se refirió a la monja francesa Marie de la Croix Jugan, que fundó la Congregación de las pequeñas hermanas de los pobres y se entregó «a las personas ancianas más necesitadas». Benedicto XVI destacó que el «carisma» de esta santa «sigue siendo actual, puesto que muchas personas ancianas sufren múltiples condiciones de pobreza y soledad, a veces incluso abandonadas por sus familias», razón por la que propuso el ejemplo de santa Marie de la Croix a todas las personas que hoy en día se dedican a esta forma de servicio social.
 
La delegación de autoridades española que acudió la ceremonia estuvo encabezada por el Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, que junto a los jefes de las demás delegaciones nacionales, será recibido por el Papa al final de la misa en la Capilla de la Piedad.
 
Por parte belga, acudió a la ceremonia su Majestad el Rey Alberto II y la Reina Paula; mientras que Polonia estuvo representada por el presidente de la República, Lech Kaczynski; y Francia, por el primer ministro, François Fillon. Debido a la conexión del Padre Damián con Hawai, también estuvo presente el embajador de Estados Unidos cerca de la Santa Sede, Miguel Humberto Díaz, y el senador de Hawai Daniel Kahikina Akaka.
 
Además de Moratinos, estuvieron presentes el embajador de España cerca de la Santa Sede, Francisco Vázquez, y los vicepresidentes de la Generalitat de Cataluña, Josep-Lluis Carod Rovira, y del Gobierno Valenciano, Juan G. Cotino Ferrer. Por su parte, concelebraron junto al Papa los cardenales españoles Antonio Maria Rouco Varela, Carlos Amigo Vallejo y Luis Martínez Sistach, así como varios obispos y arzobispos españoles.