La astrofísica contemporánea es «la llave científica para probar la existencia de Dios, pero desafortunadamente muy pocos conocen estos hechos científicos», afirmó el físico jesuita Robert J. Spitzer durante una conferencia impartida recientemente en Denver (EE UU). El jesuita, filósofo y físico Spitzer, ex rector de la Universidad Gonzaga, se dedica actualmente a explicar las consecuencias metafísicas de los últimos descubrimientos astrofísicos: «La existencia de un Creador se puede explicar a través de la ciencia contemporánea y la filosofía moderna hoy mejor que nunca, pero es particularmente interesante lo que está sucediendo en el campo de la astrofísica, hasta el punto de que no puedo comprender por qué el agnosticismo y el ateísmo siguen siendo todavía populares», reconoció el científico.
Spitzer explicó que lo que sabemos según las pruebas científicas más recientes es que «el Universo no es infinito, sino finito, comenzó en un cierto punto (estimado aproximadamente en trece mil millones de años),y está en constante expansión. «La complejidad del Universo se basa en un equilibrio increíblemente delicado de 17 constantes cosmológicas. Si cualquiera de ellas se modificara una décima a la tetragésima potencia, estaríamos muertos y el Universo no sería el que es», explicó.
«Cada modelo del Big Bang muestra lo que los científicos llaman una singularidad, y la existencia de cada singularidad exige que exista un elemento externo al Universo», explicó Spitzer, que recordó que Roger Penrose, el famoso matemático y físico inglés, corrigió alguna de las teorías de su amigo y colega Stephen Hawking, concluyendo que todas las teorías del Big Bang, incluso la llamada «teoría cuántica», confirma la existencia de estas singularidades. Todas las explicaciones nos llevan «a una fuerza que es previa e independiente al Universo. Puede sonar a argumento teológico, pero realmente es una conclusión científica», aseguró.
«No se puede no aceptar la existencia de esta singularidad. Esta teoría es tan sólida que el 50 por ciento de los astrofísicos están “saliendo del armario” para aceptar una conclusión metafísica: la necesidad de un Creador, fuera del espacio y del tiempo», concluyó.