El prelado sale así al paso de un artículo publicado el pasado mes de julio en la revista católica 30 Giorni por el cardenal Georges Cottier, teólogo de la Casa Pontificia ya retirado. La respuesta de monseñor Chaput fue publicada el pasado martes en el diario italiano Il Foglio, y el texto ha sido distribuido íntegro por la agencia americana Catholic News Service.
El artículo del cardenal Cottier, según monseñor Chaput, minimizó el desacuerdo expresado públicamente por más de 80 obispos y 300.000 laicos en las semanas previas al discurso del presidente, y elogió a Obama por lo que él llamó su «realismo humilde».
«Lamentablemente e inintencionadamente, el artículo del cardenal Cottier subestima la gravedad de lo ocurrido en Notre Dame», afirma monseñor Chaput. «También sobrevalora la consonancia del pensamiento del presidente Obama con la doctrina católica».
El arzobispo, señalando que habla por sí mismo, y no en nombre de todos los obispos estadounidenses, reconoció que el ensayo de cardenal Cottier «hizo una valiosa contribución al debate católico sobre el nuevo presidente norteamericano». «Nuestra fe nos une a través de las fronteras», agregó. «Lo que sucede en un país puede tener un impacto sobre muchos otros. La opinión mundial sobre los líderes de Estados Unidos no sólo es conveniente, debe ser bienvenido».
El arzobispo de Denver explicó que la protesta contra la aparición de Obama en Notre Dame tiene que ver menos con un ataque personal, sino con un desacuerdo muy real y fundamental con que «los puntos de vista del Presidente sobre cuestiones de bioética, incluyendo pero no limitando al aborto, se diferencian claramente de la doctrina católica».
«Se ha hablado mucho, en algunos círculos religiosos, sobre la simpatía del Presidente hacia la enseñanza social católica», explicó el prelado. «Pero la defensa del niño por nacer es una exigencia de justicia social. No hay justicia social si los más jóvenes y más débiles de entre nosotros puede ser legalmente asesinados. Los buenos programas para los pobres son vitales, pero nunca se puede justificar esta violación fundamental de los derechos humanos».
Monseñor Chaput explicó también que el momento y la naturaleza de la invitación causó el conflicto: «En un momento en que los obispos americanos de forma institucional ya habían expresado una gran preocupación por las políticas abortistas de la nueva administración, no sólo Notre Dame hizo del presidente el centro de su actos de graduación, sino que también le otorgó un Doctorado de Honor en leyes – esto, a pesar de sus preocupantes puntos de vista sobre el derecho al aborto y las cuestiones sociales relacionadas con él».
Pero la «verdadera fuente de frustración de los católicos», dijo monseñor Chaput, era que Notre Dame «ignoró y violó la orientación de los obispos de Estados Unidos» en un documento de 2004, que «instaba a las instituciones católicas a que se abstengan de honrar a los funcionarios públicos que no estaban de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia en asuntos serios».
«Por lo tanto, el intenso debate en los círculos católicos estadounidenses la pasada primavera sobre el honor conferido por la Notre Dame a Obama en el fondo no se refería a la política partidista», explicó. «Se trataba de problemas graves para la fe católica, su identidad y testimonio – desencadenados por las opiniones del señor Obama – que el cardenal Cottier, escribiendo fuera del contexto estadounidense, pudo haber entendido mal».
Monseñor Chaput se refirió también a la conexión que hacía el cardenal Cottier en su artículo entre «la búsqueda política de un terreno común declarada con frecuencia por el presidente Obama y el énfasis católico en la consecución del bien común».
«Estos objetivos – la búsqueda de un terreno común y la atención al bien común – a menudo pueden coincidir», señaló el arzobispo. «Pero no son la misma cosa. Pueden diferir considerablemente en la práctica».
«Las llamadas políticas abortistas de terreno común pueden atentar de hecho contra el bien común porque implican una falsa unidad; crean una cornisa de acuerdo público compartido demasiado estrecha y demasiado débil para sostener el peso de un consenso moral real. Nunca se sirve al bien común con la tolerancia hacia matar a los débiles – comenzando con los no nacidos».
Por último, el prelado alabó al cardenal Cottier por recordar «a sus lectores el respeto mutuo y espíritu de cooperación requerida por la ciudadanía en una democracia pluralista». «Pero el pluralismo no es un fin en sí mismo», señaló monseñor Chaput. «Nunca es una excusa para la inacción».
«Como el propio presidente Obama reconoció en Notre Dame, la salud de la democracia depende de personas con convicción que luchan duro en la plaza pública por lo que creen – pacíficamente, legalmente, pero con vigor y sin excusas».