«Las personas que había a mi alrededor dijeron al acabar la película: qué hijos de puta son los cristianos». Así de resuelto y sin tapujos respondía el director de cine Alejandro Amenábar el lunes pasado, cuando Pablo Motos, presentador del programa de entretenimiento «El hormiguero» de Cuatro, le interrogó sobre si el argumento de la película iba a provocar animadversión y odio hacia los cristianos.
El oscarizado actor, que ha reconocido su ateismo militante después de ser primero católico y agnóstico en una etapa intermedia, ha escudado esta postura durante la promoción de su película en qu ese trata simplemente de una denuncia de los «fundamentalismos» y que «hay buenos y malos» entre cristianos, judíos o paganos. Según su propia versión, expresada durante el pasado festival de Cannes, la cinta refleja «el momento en el que el cristianismo dejó de ser perseguido para convertirse en perseguidor». Para ilustrarlo, Amenábar construye una ficción con pretensiones de historicidad, en la que la última directora de la Biblioteca de Alejandría, la matemática Hipatia, es asesinada.
El Observatorio Antidifamación Religiosa(OADIR), ha publicado una carta abierta al director, en la que le reprocha que «ofrece una visión sesgada en interesada entre las ciencias y la Iglesia, entre la razón y la fe», con plena consciencia de que con ello canalizará «cierto odio hacia los cristianos y hacia la Iglesia católica», como ha reconocido en el citado programa de televisión.
Del mismo modo, desde el OADIR se hace hincapié en que «aparte de los pronunciamientos de Papas anteriores (la encíclica Fides et Ratio, por ejemplo) y de grandes teólogos (como santo Tomás de Aquino), el Papa Benedicto XVI se ha pronunciado en gran cantidad de ocasiones en torno a la cuestión de la racionalidad de la fe». En concreto, señala que el Santo Padre ha reiterado que «el cristianismo es una religión netamente racional, anclada en la razón, en el Logos, que es el nombre, no por casualidad, dado a Jesús de Nazaret».
En todo caso, la estrategia de promoción parece verse necesitada de un cierto grado de agresividad, ya que el largometraje, que ha tenido una acogida dispar en los festivales en los que la ha presentado, está en un grave riesgo de no ser rentable, debido precisamente a su carácter anticristiano.
Lo que más preocupa en este momento a los productores, es el escaso entusiasmo de los distribuidores de EEUU donde, según la revista Variety, la superproducción carece «de estilo y de pulso emocional» que podría traerle «problemas para su aceptación entre una audiencia masiva, al menos en EEUU», según recoge el Confidencial Digital.
En España, «Ágora» podría recaudar unos 12 millones de euros y, de ahí hasta 50, hay un abismo financiero por salvar.