Este viaje ha supuesto, explicó, «una verdadera peregrinación y, al mismo tiempo, una misión en el corazón de Europa: peregrinación, porque Bohemia y Moravia son desde hace más de un milenio tierra de fe y de santidad; misión, porque Europa necesita volver a encontrar en Dios y en su amor el fundamento firme de la esperanza».
 
El amor de Cristo, afirmó el Papa a los presentes, es «una fuerza que inspira y anima las verdaderas revoluciones, pacíficas y liberadoras, y que nos sostiene en los momentos de crisis».
Quiso también recordar la fe «de tantos testigos heroicos», especialmente durante el siglo XX, y advirtió que la «actual libertad, arduamente recuperada, corre el riesgo de perderse a sí misma, su propia verdad».
 
«Para las comunidades de la Europa centro-oriental este es un momento difícil: a las consecuencias del largo invierno del totalitarismo ateo, se están añadiendo los efectos nocivos de un cierto secularismo y consumismo occidental», advirtió el Papa.
Ante esto, el Papa pidió el testimonio de los cristianos, para que saquen «nuevas energías del Señor resucitado, para poder ser levadura evangélica en la sociedad y comprometerse, como ya sucede, en actividades caritativas, y aún más en las educativas y escolares».
 
También apeló a la responsabilidad de la clase política, a quienes conminó a no olvidar que «sólo un compromiso serio de rectitud intelectual y moral es digno del sacrificio de cuantos han pagado caro el precio de la libertad».
 
Por otro lado, el Papa recordó dos de los encuentros, el ecuménico y el académico, celebrados en Praga durante su visita.
Del primero, recordó que «el esfuerzo de progresar juntos hacia una unidad más plena y visible entre nosotros, creyentes en Cristo, hace más fuerte y eficaz el común empeño por el redescubrimiento de las raíces cristianas de Europa».
Respecto al encuentro académico, Benedicto XVI subrayó la importancia de las universidades como «una de las estructuras básicas de Europa».
 
Recordando el vigésimo aniversario de la llamada «Revolución de terciopelo» contra el régimen comunista, el Papa pidió «una formación integral, basada en la unidad del conocimiento enraizado en la verdad, para responder a una nueva dictadura, la del relativismo combinado con el dominio de la técnica».
 
«La cultura humanística y la científica no pueden estar separadas, al contrario, son las dos caras de una misma medalla: nos lo recuerda una vez más la tierra checa, patria de grandes escritores como Kafka, y del abad Mendel, pionero de la genética moderna».
Por último, recordó que la primera etapa de su viaje fue ante el Niño Jesús de Praga, que «remite al misterio de Dios hecho Hombre, al Dios cercano, fundamento de nuestra esperanza».
«¡La verdadera “victoria”, que hoy pedimos a María, es la victoria del amor y de la vida en la familia y en la sociedad!», concluyó.