-Su blog ha recibido la visita número nueve millones.

 -Debería actualizar su información.
 
-No me diga que ya va por…
 
-Está al caer la once millones.
 
-¿Qué tal sienta eso a la vanidad?
 
-Le diré que nunca he sido vanidoso… y tampoco humilde.
 
-¡Ah! Pero ¿es posible el término medio? Si sí, ¿en qué consiste?
 
-En un ‘dolce far niente’.
 
-Internet. Cuando arreció polémica lefevbrista, Benedicto XVI escribió algo que a muchos enterneció. Venía a decir: «Me han dicho, y creo que llevan razón, que debemos prestar más atención a Internet».
 
-La Iglesia mira muchísimo Internet. Incluso hay obispos que dicen no leerme y, sin embargo, se enteran por mi ‘blog’ de que se los llevan a otra diócesis.
 
-Se le acusa de ser duro con algunos obispos.
 
-Yo llamo al pan pan y al vino vino. ¿Es eso ser duro? Si alguien es tonto y se lo dices, no estás siendo duro, le estás diciendo la verdad. Y no quiero decir con esto que los obispos sean tontos (sólo algunos).
 
-Mire que son los sucesores de los apóstoles…
 
-Lo creo firmemente. Sin obispos, no hay Iglesia. Ahora, Judas fue un apóstol. Y, a lo largo de la Historia, ha habido mucho ‘judas’ metido a obispo.
 
-¿Qué no le pasa a un obispo?
 
-Mire, aquí hay un problema gravísimo: la insolidaridad de muchos religiosos con la Iglesia.
 
-¿Cómo se traduce esa insolidaridad?
 
-En ir por libre, en criticar al Papa, en no creer en lo que dice la Iglesia. Y ante eso, lo que nunca puede hacer un obispo es mirar para otro lado, porque eso es confundir al pueblo de Dios.
 
-¿Reza por la Iglesia? Porque usted reza, ¿no?
 
-Yes. Todos los días rezo el rosario y, cuando me acuerdo de que son las doce, el ángelus. Rezo también antes de acostarme. Y sí, rezo por la Iglesia, y por mi familia, y por mis amigos…
 
-¿Y por sus enemigos?
 
-También, aunque no con el énfasis y el convencimiento con que lo hago por mis amigos. De hecho, cuando muere un hijo de tal, digo ‘requiem aeternam dona ei, Domine’. Pero no me apeo de que fue un hijo de tal.
 
-Volvamos a Internet. ¿Puede ser un instrumento de apostolado?
 
-Sí, y magnífico. Aunque el «blog» no me lo planteo así. O sea, no escribo pensando a ver si convierto a este o a aquel.
 
-Algún comentario le han hecho del tipo «después de leerle a usted, me separo de la Iglesia».
 
-Lo cual no es grave manifestación, pues suele ser gente que se marchó mucho antes de leerme a mí.
 
-¿Y usted? ¿Alguna vez ha tenido la tentación de ‘dimitir’ como católico?
 
-Yo, en la Iglesia, con Dios, siempre me he encontrado bien, cómodo. Siempre he sido muy lineal, muy horizontal.
 
-¿Lo atribuye, en parte, a la educación que recibió?
 
-Nací en un hogar cristiano y estudié con los jesuitas en Vigo.
 
-¿Qué recuerdo guarda del colegio?
 
-Magnífico. Sigo siendo un gran admirador de «mi» Compañía de Jesús.
 
-¿De «su» Compañía de Jesús?
 
-Sí, de la que conocí, no de la de ahora, en la que, por cierto, tengo un hermano.
 
-A él podrá decirle sus pecados. A mí, que no soy cura, puede contarme algún no-pecado.
 
-Salvo por enfermedad, creo que nunca he faltado un domingo a misa. Lo que no quiere decir que sea de misa diaria. Tampoco hago los martes de san Nicolás, que ahora que lo digo no sé si son martes ni si son de san Nicolás.
 
-Vidas de santos. Me dicen que las devora.
 
-Mi gran amigo Eugenio Vegas Latapié solía decir que eran la lectura más recomendable. Eugenio influyó mucho en mí.
 
-Pero ¿es eso fácil?
 
-Pues ahora que lo dice… Estoy ya tan influido que no sé si podré llegar a estarlo más.
 
-Lo que es posible es que a lo largo de la entrevista su blog haya alcanzado la visita once millones, sobre todo después de su polémico post sobre el Valle de los Caídos.
 
-Misas por Franco y José Antonio, las que se quieran. Pero que nadie convierta el Valle en un espectáculo de camisas azules y brazos en alto. No mezclemos unas cosas con otras.
 
-De hecho, usted no suele escribir sobre política.
 
-No suelo, no. Aunque a veces es inevitable.
 
-Dice lo que le da la gana y no le faltan precisamente lectores. ¿A qué más aspira?
 
-A no ser más papista que el Papa ni más hereje que algunos. A seguir estando al servicio de la Iglesia, de la que me siento hijo. Y a que, llegado el momento, Dios me lleve con Él y me acoja en su seno.