El doctor Enrique de la Morena es de esos «médicos a la antigua» a quienes buscan los pacientes no sólo para acogerse a su ciencia, sino también a su trato humano y a la sensación de confianza que transmite.

Es además un excelente comunicador, como saben muy bien sus oyentes radiofónicos. Fruto de sus cinco años y medio en el programa La Mañana de la COPE, junto a Federico Jiménez Losantos, es el libro ¿Qué me pasa, doctor? Hoy jueves a las 19.00 horas se presenta en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Valencia (Colón, 27), con intervención, junto al autor, de Santiago Grisolía, presidente del Consejo Valenciano de Cultura y uno de los científicos españoles de mayor prestigio internacional.

En la entrevista que el doctor De la Morena concede a ReL hemos comenzado, sin embargo, por un tema de actualidad en el que, pese a la alarma social, consigue ser tranquilizador.

¿Qué debemos temer de la gripe A?

No debemos temer absolutamente nada. Cuando surgió el primer caso y tuvieron lugar las primeras muertes, se generó la alarma porque no se tenía identificado el virus. Ahora ya está identificado. Sabemos que proviene de la mutación de cuatro virus (uno humano, uno aviar y dos porcinos), hay antivirales disponibles y a finales de octubre o principios de noviembre estará lista la vacuna. Bien diagnosticada, la gripe A no supone ningún problema y se está curando muy bien. Las personas que han muerto tenían patologías previas que habían debilitado su sistema inmunitario.

Usted siempre ha aconsejado la vacuna contra la gripe estacional.

Siempre. Y soy partidario de poner dos dosis, una a finales de septiembre y otra a finales de enero.

Estas y muchas otras cosas las cuenta en un libro recientemente publicado por BuenasLetras, “¿Qué me pasa, doctor?”, inspirado en esa sección radiofónica. ¿Qué le ha aportado como médico el contacto con los oyentes?

Para mí ha sido fundamental, porque me ha servido para reactivar mis conocimientos profesionales. El libro está basado en las patologías por las que más preguntaban los oyentes, y tocamos temas muy cotidianos, como la manipulación de alimentos, las formas de destruir el anisakis o los criterios diagnósticos del Alzheimer.

Los españoles ¿cuidamos bien nuestra salud?

Cuando el español tiene buena salud, no le preocupa lo más mínimo. Pero eso sí, en cuanto se siente mal, acude al médico con mucha preocupación. No debería ser así. Hay que insistir en la medicina preventiva, en hacerse periódicamente una serie de pruebas en función de la edad: la próstata, el pulmón, el corazón, etc.

Y esa reticencia a ir al médico, ¿no será porque echamos de menos un trato más humanizado?

Sí, en buena medida ahora se ha hecho del médico un funcionario, se ha perdido el estímulo vocacional. Aunque también han influido las nuevas tecnologías. Ahora para hacer un diagnóstico casi no tienes ni que tocar al enfermo: auscultar, percutir, tocar la barriga... cosas que antes eran habituales, ahora muchas veces se sustituyen por unas preguntas seguidas de un volante para una resonancia, una ecografía o un análisis, y luego se analizan esos datos.

También deshumanizan la medicina prácticas como el aborto o la eutanasia.

El aborto es un crimen oficializado. Ningún médico debe ofrecerse a hacer abortos ni a practicar la eutanasia, ni activa ni pasiva. Mientras hay vida, hay esperanza. ¡El médico es un salvador, un salvador del cuerpo! No nos debemos doblegar a las presiones para invertir esa misión.

Como médico, ¿qué piensa de las palabras de Bibiana Aído, que niega que un feto de 13 semanas sea un ser humano?

Hay un ser humano desde mucho antes de las 13 semanas, desde el momento en que se forma la primera célula. Ahí ya hay una vida que se empieza a desarrollar. Si la matamos, matamos una vida humana.

¿Y de la administración de la píldora del día después, incluso sin receta médica?

Es una barbaridad y va a producir unas patologías tremendas. La píldora del día después supone una descarga hormonal brutal, que el cuerpo no puede asimilar. Si no existe un control médico, las chicas de 15 o 16 años van a recurrir a ella todas las semanas. ¿Qué pasará entonces cuando tengan 30 ó 35 años? Van a parecer viejecitas.

Hoy se presenta “¿Qué me pasa, doctor?” en Valencia, y nada menos que por Santiago Grisolía, buen amigo suyo.

Es mi amigo y mi maestro, el científico español de mayor renombre internacional, varias veces candidato al Premio Nobel.

¿Cuáles han sido sus principales contribuciones científicas?

Muchas y muy importantes, por ejemplo en la degradación y en la biosíntesis de proteínas. Se le considera el padre de la enzimología, por su trabajo en la purificación y cristalización de enzimas. Su prestigio es mundial. Es profesor emérito en la Universidad de Kansas y allí hacen con él algo que no hacen con nadie: aunque reside en Valencia, tiene un despacho y una secretaria permanentemente disponibles para cuando él vuelve por allí.
 

Antes de despedirnos del doctor De la Morena, volvemos a hablar de la gripe A y le preguntamos por la prevención inicial contra la ingesta de carne de cerdo. Fue un error, nos dice, porque no tiene nada que ver con la propagación del virus. «De todas formas, si alguno de vuestros lectores tiene reparos al respecto, que no se preocupe, que me mande a mí todos los lomos y jamones que tenga, que yo daré cuenta de ellos», bromea con esa cercanía personal que ha hecho de él, de su programa y ahora de su libro, un antídoto seguro contra las aprensiones.

Enrique de la Morena. ¿Qué me pasa, doctor? Prólogo de Federico Jiménez Losantos. Epílogo de Santiago Grisolía. BuenasLetras. Madrid, 2009. 270 pp. 18 €