La llegada de Renzo Fratini como nuncio en España viene precedida por unas declaraciones a Radio Vaticana en las que mostraba su «preocupacion» ante el nombramiento: «No creo que sean fáciles en este momento las relaciones con España y la situación general».

¿Un desliz impropio de un diplomático de gran experiencia? No lo cree así Juan G. Bedoya en un análisis que publica este domingo el diario del Grupo Prisa. Según el colaborador de El País, lo que hizo monseñor Fratini fue lanzar un mensaje a La Moncloa para «espantar malentendidos» y dejar claro a José Luis Rodríguez Zapatero y María Teresa Fernández de la Vega que «el conflicto tiene bases muy reales y no es capricho de los obispos españoles».

El País, que en los últimos meses ha acentuado su línea editorial contraria a la Iglesia en los puntos clave, recuerda el célebre «caldito» que compartieron el anterior nuncio, Manuel Monteiro de Castro, y Zapatero en febrero de 2008, y que a juicio de Bedoya habría desatado las iras de «los halcones del catolicismo... en plena trifulca» entre la Conferencia Episcopal y el Ejecutivo, sugiriendo un divorcio entre la Santa Sede y los obispos españoles que monseñor Fratini se habría encargado ahora de desmentir.

Bedoya, eso sí, vaticina un «camino de rosas» en el trabajo de Fratini... si se lo compara con los papeles que ha tenido que desempeñar en destinos anteriores: países como Pakistán, Indonesia y Nigeria donde el catolicismo es abiertamente perseguido.