(Pablo Ginés/Forum Libertas) Entre este jueves y viernes 1516 de mayo se ha estrenado la segunda película de Crónicas de Narnia, El Príncipe Caspian, en Estados Unidos y siete países de la América hispana. A lo largo de junio se estrenará en otros 4 países de Sudamérica. Y a España parece que no llegará hasta ¡julio! Las razones se nos escapan. Mientras tanto, vemos que las reseñas de la prensa cristiana (consultamos la católica CNS y la evangélica CT-Christianity Today) coinciden: el director se ha alejado del libro para hacer una película más épica y oscura, ganando en entretenimiento pero perdiendo en profundidad teológica. Después de dirigir la primera parte -una de las películas más taquilleras de todos los tiempos- Andrew Adamson ha ganado en libertad para hacer lo que él quería. Y lo que quería era hacer otro Señor de los Anillos. Para ello ha estirado más las batallas (el crítico de CT dice que le asombra una táctica militar que nunca había visto pero le cansa el abuso de escenas de espadas...¡y eso que es fan del género!), ha convertido a Susan en una arquera infatigable (en los libros casi no usa el arco de forma ofensiva), ha oscurecido la historia (como sucede en las películas de Harry Potter), ha creado una tentación de poder para Peter (algo tan inadecuado como cuando Peter Jackson hizo que Faramir sucumbiese al Anillo Único en Las Dos Torres) e incluso ha metido un romance artificioso y apresurado entre Caspian y Susan. De hecho, hasta incluye un beso de lo más artificial con música pop de fondo, algo del todo ajeno al libro. Al mismo tiempo, el papel de Aslan, el León de Narnia, queda muy reducido, y se concentra en el final. De hecho, buena parte de la tensión de la película consiste en la duda de si Aslan vive, si Aslan vendrá, pues hace siglos que nadie le ha visto en Narnia. De hecho, Narnia ha cambiado y los cuatro hermanos protagonistas también. En Narnia habían llegado a ser jóvenes y fuertes reyes adultos. Ahora vuelven otra vez como niños, convocados por un cuerno mágico que toca el joven Príncipe Caspian. El pueblo de los Telmarinos hace siglos que ha ocupado Narnia y los animales parlantes y criaturas fantásticas se han escondido en lo más profundo de los bosques. A las nuevas generaciones se les ha enseñado que no existen ni ellos ni Aslan. Algunos críticos lamentan la decisión de que los Telmarinos -Caspian incluido- hablen con un acento español, como indicando que son descendientes de piratas narnio-mediterráneos, mientras que los buenos niños anglosajones son los salvadores. De hecho, el actor que interpreta a Caspian, Ben Barnes, ha admitido que en el casting se inspiró en la famosa escena de La Princesa Prometida: "me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir". Y de hecho, puesto que Caspian luchará contra su tío, el malvado Miraz, que mató a su padre, tiene su lógica. No sabemos si esto se plasmará en el doblaje español. Mejor que no.