El papa Benedicto XVI pidió ayer la prohibición de las bombas de racimo tras el tradicional rezo del Ángelus, celebrado en la ciudad de Génova, en el norte de Italia, donde lleva a cabo una visita de dos días.
"Quisiera recordar un importante acontecimiento que comenzará mañana en Dublín: la Conferencia diplomática sobre las bombas de racimo, convocada con el objeto de redactar una Convención que prohíba estos ingenios mortales", dijo el Papa.
Benedicto XVI deseó que "se pueda llegar a un instrumento internacional fuerte y creíble" y destacó que "es necesario remediar los errores del pasado y evitar que se repitan en el futuro".
El Pontífice dijo acompañar, con su oración, a las "víctimas de las bombas de racimo y a sus familias", así como a "todos los que tomen parte en la Conferencia", formulando sus mejores deseos para el éxito de la reunión.
Una bomba de racimo o bomba clúster es una bomba de caída libre, o dirigida, lanzada desde el aire o desde la superficie, que al alcanzar una altura concreta, medida por un altímetro, se abre dejando caer cientos de sub-municiones o bombetas de diversos tipos, de alto poder explosivo, antipista, antipersona, perforantes, incendiarias, etc.
Las sub-municiones esparcidas tienen un rango de fallo de entre el 5% y 30%, por lo que pueden quedar bombas enterradas sin explotar, siendo peligrosas tiempo después de terminada la guerra.
Debido a sus formas llamativas, como pelotitas de tenis o latas de refrescos, su peligro potencial es especialmente alto entre la población infantil.
Desde el 2003 hay una campaña internacional para parar el uso, la producción, la transferencia y el almacenamiento de estas armas.
Hoy en día, más de 160 ONG de todo el mundo se están dedicando a la educación, la investigación, y la presión a diferentes gobiernos para cambiar sus políticas acerca de estas armas.