Manos Unidas cumple 60 años: han pasado seis décadas desde que unas mujeres de Acción Católica en España publicaran su manifiesto que finalizaba con la frase "Declaramos la Guerra al Hambre". Las mujeres han sido siempre mayoría entre los más de 5.000 voluntarios de Manos Unidas (como en tantas otras actividades de Iglesia) y sus estatutos establecen que la presidencia la ejercerá siempre una mujer.
Este año, la ONG católica de ayuda al desarrollo internacional, que impulsa unos 600 proyectos en 60 países por valor de 38 millones de euros, ha querido dar especial relevancia a los proyectos que forman y apoyan a las mujeres, que suelen ser el pilar de las familias en muchas sociedades.
El caso de la delegación de Huelva
La delegación de Manos Unidas en Huelva tiene este año el reto de impulsar 4 proyectos por valor de casi 280.000 euros.
1- Mejorar los huertos familiares en Guatemala: en Totonicapán, San Marcos, Quetzaltenango y Retalhuleu; cuesta 85.000 euros, ayuda directamente a 313 personas
2- Apoyar a los campesinos de Bo, en Sierra Leona; con los misioneros salesianos; crear una red de pequeños productores ayuda a unas 1.000 personas, cuesta 26.000 euros.
3- Construir un centro de atención materno infantil en Balán, en Haití; el 90% de los niños allí tiene enfermedades parasitarias; lo gestionarán las religiosas del Sagrado Corazón, con un presupuesto sanitario de 76.000 euros.
4- Dar cursos de formación profesional en los suburbios de Delhi, en la India: incluye condiciones higiénico-sanitarias, educación infantil y de adultos, que se impartirán a más de 1.800 mujeres y 300 hombres. Cuesta 91.000 euros.
Dos voluntarias de Manos Unidas de Huelva con la misionera comboniana María del Prado Fernández, veterana de muchos años en África
La hermana María del Prado explica cómo se ayuda
“El dinero que se aporta llega a estos países”, asegura en Huelva Información la hermana María del Prado Fernández, misionera comboniana. “Los proyectos se evalúan in situ”, añade.
Esta misionera salió de España en 1984. Su primer destino fue Centroáfrica, “estuve seis meses estudiando la lengua”, tras lo cual viajó al Chad, “donde estuve, un primer periodo de nueve años, trabajando con niños, en la formación de líderes”.
Volvió a España para completar su formación. Es enfermera y estudió también Teología. Una vez que acabó sus estudios, regresó al Chad, estuvo durante cinco años en un centro de formación, dirigido a catequistas y también se le daba formación a los misioneros que llegaban a la zona.
Tras los cinco años retornó a Madrid, siguió preparándose y se fue a Italia con las hermanas mayores de su congregación. Después de tres años, la destinaron a la República Democrática del Congo, donde permaneció seis años. Allí trabajó con la mujer rural, en zonas de difícil acceso. “Hemos hecho grupos de alfabetización en lingala y francés; de cocina y de reflexión”.
En muchos sitios de África, la costumbre de la dote “impide matrimonios”. Sufren también las viudas: “la familia del marido les quita todo”. Hay que enseñar a estas mujeres abatidas que "las cosas pueden cambiar si ellas quieren que cambien”.
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Este año la campaña insiste en la necesidad de ayudar a la mujer, que suele ser el pilar de la familia