(Vittoria Prisciandaro, Iesus) El cardenal que preside la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei” explica por qué el Motu proprio de Benedicto XVI es una gran riqueza espiritual para toda la Iglesia. Y el modo en que vendrán resueltos los problemas que han surgido hasta hoy. Su Eminencia muestra satisfacción. El teléfono de su oficina, en la planta baja del palacio del Ex – Santo Oficio, vive una nueva vida. Sobre las escribanías se acumula correspondencia de todo el mundo. Después de la promulgación del Motu proprio, la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, se ha convertido de hecho en una parte importante del organigrama vaticano. “Ahora tengo el doble de trabajo que tenía en la Congregación del Clero”, confiesa el cardenal Darío Castrillón Hoyos, colombiano, 79 años, caluroso defensor del retorno a casa de los lefebvrianos, y desde el año 2000 presidente de la Comisión. Nacida para gestionar las relaciones con la Fraternidad San Pío X y los grupos que gravitan en la galaxia tradicionalista, hoy “Ecclesia Dei” se ha convertido en un interlocutor inevitable de diócesis y parroquias para las controversias relativas a la aplicación del rito extraordinario. - Eminencia, a pocos meses de la promulgación del Motu proprio, ¿qué balance puede hacerse? Con el Motu proprio el Papa ha querido dar a todos una renovada oportunidad de disfrutar de la enorme riqueza espiritual, religiosa y cultural presente en la liturgia del rito gregoriano. El Motu proprio nace como un tesoro ofrecido a todos, y no como respuesta a las protestas y peticiones de algunos. No pocos de aquéllos que antes no estaban integrados en esta forma extraordinaria del rito romano manifiestan ahora una gran estima hacia él. Entre los fieles distinguiría tres grupos: los que están vinculados en forma casi orgánica a la Fraternidad San Pío X, los de la Fraternidad de San Pedro, y, finalmente, el grupo más importante y numeroso, formado por personas aficionadas a la cultura religiosa de todos los tiempos, que hoy descubren la intensidad espiritual del rito antiguo, y entre éstos, numerosos jóvenes. En estos meses han nacido nuevas asociaciones de personas pertenecientes a este último grupo. - A propósito de riqueza, algunos liturgistas subrayan el hecho de que el rito extraordinario no ofrece la riqueza bíblica introducida por el novus ordo... Ésos no han leído el Motu proprio, porque el Papa afirma que las dos formas se deben enriquecer mutuamente. Y es evidente que tal riqueza litúrgica no se desprecia: en el novus ordo en unos años se lee prácticamente toda la Biblia, y esta es una riqueza que no se opone, sino que se integra en el rito extraordinario. - Otra objeción se basa sobre el peligro de que las celebraciones separadas puedan crear comunidades separadas. Es una multiplicidad que enriquece, es una mayor libertad cultural, la que el papa introduce de forma audaz. Además, en las parroquias existen muchas diferencias entre las celebraciones, y no quiero hablar de los abusos, porque no son los abusos la razón principal del Motu proprio. - Su secretario, monseñor Camille Perl, ha anunciado que en breve saldrá un documento de clarificación del Motu proprio ¿Cuándo va a ser? Ha sido el cardenal Bertone quien lo ha anunciado, y tiene derecho a hacerlo. Pero yo, que soy un servidor del papa, lo anunciaré sólo cuando lo diga el papa. Nuestra Comisión ha referido al Pontífice que de todas partes del mundo llegan muchas preguntas, muchas justificadas, otras debidas a falta de conocimiento. El Santo Padre, y sólo él, dirá si conviene hacer tal documento, y cuándo. - ¿Cuáles son las preguntas que han llegado y que merecerían una respuesta? La primera se refiere al latín, porque – dicen- no es conveniente celebrar en una lengua que no se conoce. Desgraciadamente los seminaristas, pero también algunos sacerdotes, no lo han estudiado y por lo tanto les resulta difícil celebrar en la forma extraordinaria. Para hacerlo deberían al menos conocer el canon de la Misa, la parte de la consagración. Nosotros, en “Ecclesia Dei”, nos estamos preparando y estamos organizando encuentros, cursos y comunicaciones informáticas para un profundo conocimiento de la liturgia anterior. Algunos cursos están ya activos en Francia, Alemania, en Brasil, en América Central y en los Estados Unidos. En Toledo, en España, por ejemplo, se está valorando si conviene hacer un seminario extra para la preparación al rito extraordinario, o dar cursos especiales en el seminario de la diócesis. En general, se nota un interés en retornar al latín en el mundo académico. Ha sido triste en estos años constatar el abandono no sólo de la lengua, sino también de ciertos contenidos teológicos ligados a la precisión semántica de la lengua latina. - Otro problema es la falta de curas ... Si en una diócesis faltan sacerdotes y sólo tres o cuatro fieles piden el rito extraordinario, resulta de buen sentido pensar que sería difícil satisfacer la petición. Pero, puesto que la intención, la mens, del papa es conceder este tesoro para el bien de la Iglesia, allí donde no haya sacerdotes, lo mejor sería ofrecer una celebración según el rito extraordinario en una de las Misas dominicales parroquiales. Sería una Misa para todos, y todos, también las nuevas generaciones, se aprovecharían de la riqueza del rito extraordinario, por ejemplo de aquellos momentos de contemplación que en el novus ordo han desaparecido. - Entonces ¿Vd. sostiene que, aunque no haya un grupo consistente y estable, en un futuro se piensa ofrecer una de las Misas dominicales en el rito extraordinario? Diría que sí. Por otra parte esta posibilidad había sido ya aprobada por unanimidad en 1986, por una comisión cardenalicia en la cuál estaba presente el cardenal Ratzinger, pero entonces no llegó a ser operativa. Ahora mismo estaría seguro de que podría llevarse a cabo. - Otro punto a aclarar es la definición de “grupo estable y consistente”. ¿Qué se entiende exactamente? Es una cuestión de buen sentido: ¿por qué hacer un problema si las personas que piden el rito proceden de parroquias diversas? Si se reúnen y juntos piden una Misa, se convierten en grupo estable, aunque antes no se conocieran. También el número es una cuestión de buena voluntad. En algunas parroquias, especialmente en el campo, en los días laborables las personas que participan en la Misa ordinaria son tres o cuatro, y lo mismo ocurre en no pocas casas religiosas. ¿Por qué si esas mismas tres personas piden la Misa antigua sería pastoralmente necesario rechazarla? - ¿Por tanto el futuro documento debería ser más proclive con las peticiones de pocos? Sí, pero hay que entenderlo no como algo que vaya en detrimento de los otros, contra la mayoría, sino para su enriquecimiento y siempre evitando hasta la más mínima forma de contraposición. - Está también el problema de los sacramentos: pienso en el los ritos del Orden o en el de la Confirmación, que hacen referencia a un código de derecho canónico distinto, y usan fórmulas distintas... Ciertamente a primera vista hay algunos problemas en relación con el Orden Sacerdotal, con la Confirmación, y también concernientes a la diversidad de calendario. En cuanto al Orden Sacerdotal, en la forma antigua existía la tonsura, los órdenes menores y el subdiaconado. Esta forma está aún en uso y continuará estándolo en los institutos vinculados establemente al rito antiguo, como la Fraternidad de San Pedro, la Fraternidad de San Pío X y otros institutos. Sobre la Confirmación, antes aún del Motu proprio, la Congregación para la Doctrina de la Fe había aclarado que no existe conflicto entre las dos fórmulas, dado que tanto la nueva como la antigua gozan de validez, y lo mismo se puede decir para los otros sacramentos donde la fórmula es distinta. En relación a los calendarios, que no siempre coinciden, se presentan efectivamente problemas como en el caso de las fiestas de los patronos de una parroquia, de los santuarios, de congregaciones e institutos religiosos, etc. Con prudencia y buen sentido se harán las adaptaciones necesarias, de lo que también se ocupa la Pontificia comisión “Ecclesia Dei”. - ¿Cuánto tiempo prevé para la reconciliación con la Fraternidad San Pío X? Hay señales positivas, hay un diálogo ininterrumpido. Hace sólo algunos días he escrito una nueva carta a monseñor Fellay, superior de la Fraternidad, como respuesta a una suya. Además de los encuentros y de la correspondencia, hablamos también por teléfono. Considero viable la reconciliación con la Fraternidad San Pío X porque, como a menudo hemos dicho en “Ecclesia Dei”, no se trata de un verdadero cisma, sino de una situación anómala surgida después de la “acción cismática” de monseñor Lefebvre al conferir el episcopado sin mandato pontificio, incluso contra la expresa voluntad del papa. En mi corazón tengo una gran confianza en que el Santo Padre conseguirá restañar el tejido de la Iglesia con la venida de estos hermanos a la plena comunión. Quedarán siempre algunas diferencias, como siempre hemos tenido en la historia de la Iglesia. - Pero con los lefebvrianos hay también un problema de aceptación del diálogo ecuménico... Sí, en efecto hay dificultades con la interpretación de textos del Concilio en relación con algunas prácticas ecuménicas, pero ningún obispo de la Fraternidad de San Pío X dirá que no es necesario buscar la unidad de los cristianos. - ¿Ha vuelto alguien de la Fraternidad de San Pío X a la comunión con la Iglesia de Roma, después de la promulgación del Motu proprio? Sí, y otros han mostrado voluntad de hacerlo. Pero yo mantengo la esperanza de que vuelva el grupo entero, no querría que se dividieran. No obstante, si viene uno sólo y dice que quiere inmediatamente la unidad con el Papa, debe ser aceptado. El Motu proprio ha conseguido también el acercamiento de otras personas. Por ejemplo, el 28 de marzo pasado, he recibido la carta de un obispo no católico que ha decidido entrar en la Iglesia Católica con otros obispos y curas que celebran la Misa tridentina. - Los nuevos poderes de “Ecclesia Dei” ¿no entran en conflicto con el ministerio de los obispos? El papa, que tiene autoridad sobre toda la Iglesia, sobre cada uno de los fieles y de los obispos, ha establecido nuevas normas en el Motu proprio, y la Pontificia comisión es sólo un instrumento al servicio del Vicario de Cristo para que venga cumplida su decisión. “Ecclesia Dei” está atenta a la aplicación del Motu proprio en fraterna armonía, comprensión y colaboración con los obispos. Son de evitar actitudes de oposición hacia los pastores, por parte de personas, grupos o instituciones por cuenta del Motu proprio. Ciertamente, los pastores, en obediencia al papa, tendrán comprensión por aquellos fieles que tienen un amor especial por la tradición litúrgica. Con los obispos que se han puesto en contacto con nosotros hemos encontrado siempre comprensión. - En la introducción a la reedición del Compendio di Liturgia pratica de Trimeloni, Vd. escribe que el papa se vale de la Pontificia comisión “Ecclesia Dei” para que en la diversidad de las formas culturales pueda resplandecer la riqueza de los tesoros de fe y espiritualidad de la Esposa de Cristo. ¿En qué consiste la diferencia entre la liturgia de Juan XXIII y la reformada de Pablo VI? El Papa Juan incorporó también la liturgia en su deseo de diálogo de la Iglesia con la cultura contemporánea. Pablo VI ha dado organicidad a las reformas nacidas de este deseo. El Espíritu Santo, que siempre acompaña a la Iglesia, inspira los cambios necesarios en cada momento de la historia, sin ruptura violenta del proceso de perfeccionamiento que Él mismo ha inspirado en el devenir histórico. Benedicto XVI, con este Motu proprio, pone en común las riquezas de los dos momentos del proceso, resanando también así el disgusto de cuantos han creído que en el campo litúrgico se había producido una ruptura inaceptable. - Después de la reformulación de la oración del Viernes Santo, se ha dicho que se volvía 40 años atrás en el diálogo judío – cristiano. ¿Se esperaba estas críticas? ¿No es bueno orar por nuestros hermanos hijos de Abraham? Abraham es padre en la fe, pero en una cadena salvífica en la que se espera al Mesías. Y el Mesías ha llegado. En los Hechos de los Apóstoles leemos que, en un día, se convirtieron cinco mil judíos. No hago confrontación con la oración del novus ordo, pero considero perfecta la actual del rito extraordinario. Y rezo gustoso por la conversión de mis muchos amigos judíos, porque creo verdaderamente que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador de todos.