(VIS) El Santo Padre recibió ayer al mediodía a los miembros del Movimiento para la Vida de Italia, cuyo presidente es Carlo Casini. Al comienzo de su discurso, Benedicto XVI recordó que en 2008 se cumplen 30 años de la legalización del aborto en Italia y los que forman parte del Movimiento para la Vida desean "sugerir una reflexión profunda sobre los efectos humanos y sociales que ha producido la ley en la comunidad civil y cristiana durante este período". "Hay que reconocer -dijo el Papa- que defender la vida humana se ha convertido actualmente en algo más difícil, porque se ha creado una mentalidad de pérdida progresiva de su valor, confiado al juicio del individuo. Como consecuencia, existe un respeto menor a la misma persona humana, un valor que es el fundamento de toda convivencia civil, por encima de la fe que se profesa". Tras poner de relieve que permitir el recurso al aborto "no solo no ha resuelto los problemas que afligen a muchas mujeres y a no pocos núcleos familiares, sino que ha abierto una ulterior herida en nuestras sociedades" el Santo Padre pidió unir los esfuerzos para que las instituciones "pongan de nuevo en el centro de su acción la defensa de la vida humana y la atención prioritaria a la familia. (...) Hay que ayudar con todos los instrumentos legislativos a la familia para facilitar su formación y su obra educativa, en el difícil contexto social actual". "Es necesario -subrayó- testimoniar de manera concreta que el respeto de la vida es la primera justicia que hay que aplicar. Para quien tiene el don de la fe, esto es un imperativo inderogable. (...) Solo Dios es Señor de la vida. Cada ser humano es conocido y amado, querido y guiado por El, (...) y tiene su origen por la misma idea creadora de Dios". Recordando que también este año se conmemora el 60 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, el Papa elogió el compromiso del Movimiento "en el ámbito político como ayuda y estímulo a las instituciones, para que se otorgue el justo reconocimiento a la palabra "dignidad humana". "Vuestra iniciativa ante la Comisión para las Peticiones del Parlamento Europeo, en la que afirmáis -añadió-, los valores fundamentales del derecho a la vida desde la concepción, de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, del derecho de cada ser humano concebido a nacer y a ser educado en una familia de padres, confirma ulteriormente la solidez de vuestro compromiso y la plena comunión con el Magisterio de la Iglesia, que desde siempre proclama y defiende estos valores como "no negociables". Benedicto XVI terminó dándoles las gracias por el servicio realizado "a la Iglesia y a la sociedad. ¡Cuántas vidas humanas habéis salvado de la muerte!", exclamó. "Seguid por este camino y no tengáis miedo, para que la sonrisa de la vida triunfe sobre los labios de todos los niños y de sus madres".