Con estas palabras la actual responsable del Movimiento de los Focolares, la italiana Maria Voce, ha anunciado la inminente presentación al obispo de Frascati, Raffaello Martinelli, de la solicitud formal de inicio de la causa de canonización de Chiara Lubich.
La fundadora de los Focolares murió el 14 de marzo de 2008 en Rocca di Papa.
"Este hecho -ha dicho Maria Voce- nos invita a todos a una santidad todavía más grande, a construir esta santidad día tras día en nuestra vida para contribuir a destacar esa santidad colectiva, santidad de pueblo a la que Chiara tendía".
Desde la fecha de su muerte y desde varios lugares del mundo, personas de todo tipo, católicos y pertenecientes a otras iglesias, religiones y culturas, vienen expresando el deseo de que se formule esta petición a la Iglesia acerca de Chiara Lubich.
La solicitud fue firmada este 7 de diciembre al celebrarse el setenta aniversario de la fundación del Movimiento de los Focolares, con la presencia de numerosos focolarinos reunidos en Castel Gandolfo para su encuentro anual.
Será presentada y después considerada por la autoridad eclesiástica competente, según la modalidad establecida por el derecho y la práctica de la Iglesia.
Es normal en la Iglesia católica, de hecho, presentar a los propios fieles -como estímulo de vida cristiana- figuras de personas que se han distinguido por un especial testimonio de fe y de amor hacia Dios. Esto sucede tras un proceso canónico de verificación sobre la vida, las virtudes heróicas y sobre la fama de santidad, que se inicia transcurridos al menos cinco años desde su muerte.
El movimiento de los Focolares nació en Trento, Italia, bajo las bombas de la Segunda Guerra Mundial en 1943, cuando un grupo de chicas muy jóvenes, lideradas por Chiara Lubich se hicieron una pregunta mientras edificios y escuelas eran derruidas por la guerra: "¿Habrá un ideal que nunca muera?" Comprendieron de una forma intensa que la respuesta era: "sí, Dios", y que ante la oleada de destrucción la respuesta debía ser una oleada de fraternidad.
El movimiento está especialmente extendido en Italia, aunque tiene presencia en numerosos países. Su servicio y enseñanzas han impactado de una u otra forma a unos 4 millones de personas, y en España se nutren de su espiritualidad -centrada en aspectos como el fomento de la unidad, el agradecimiento a Dios y la devoción a María- unas 40.000 personas.