(Aceprensa) Dos ancianas hermanas británicas que reclamaban tener los mismos derechos que los matrimonios o las parejas homosexuales a efectos del impuesto de sucesiones, han visto desestimada su reclamación por el Tribunal Europeo de Estrasburgo. Después de vivir toda la vida juntas y haberse ocupado de otros familiares, no podrán gozar de la exención de la que sí disfrutarían si fueran una pareja de lesbianas constituidas en “unión civil”. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ha dictaminado por 15 votos contra 2 que Joyce y Sybil Burden no sufren una discriminación injusta en la aplicación del impuesto de sucesiones británico. El Tribunal aduce que los gobiernos tienen un margen de discrecionalidad al establecer los criterios del impuesto de sucesiones. Joyce, de 90 años, y Sybil, de 82, alegaban que la ley británica violaba sus derechos, al no reconocer a las hermanas que viven juntas la misma exención del impuesto de sucesiones que se aplica en el caso del cónyuge superviviente o de uno de los miembros de una pareja homosexual que hereda del otro. La decisión del Tribunal de Estrasburgo significa que cuando muera una de las hermanas, la otra tendrá que vender su casa de cuatro habitaciones para pagar un 40% del valor de la propiedad como impuesto de sucesiones. Cuando en 2004 la ley británica reconoció a las parejas de gays y lesbianas registradas como “unión civil” la exención del impuesto de sucesiones, las hermanas Burden recurrieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para que se les aplicaran los mismos derechos. Alegaban que de lo contrario se violaría la Convención Europea de Derechos Humanos que prohíbe la discriminación y garantiza la protección de la propiedad. Pero el Tribunal no lo ha estimado así. Joyce y Sybil han vivido siempre en la misma casa, y se han ocupado años atrás de familiares mayores que residieron con ellas. Tras conocerse la decisión del tribunal han publicado una declaración en la que dicen: “Todavía no acabamos de comprender por qué dos hermanas solteras y ancianas, cuya única culpa ha sido optar por permanecer solteras y cuidar de sus padres y de dos tías hasta su muerte, se encuentran en esta situación en el Reino Unido en el siglo XXI. No lamentamos en ningún momento nuestra decisión de haber cuidado de nuestra familia; nos alegra haber podido corresponder a la buena y cristiana educación que ellos nos dieron”. Cuando perdió el caso en una instancia inferior del mismo tribunal en 2006, Joyce Burden comentó: “Si hubiéramos sido lesbianas tendríamos todos los derechos del mundo. Pero como somos hermanas, parece que no tenemos ningún derecho”.