El misionero comboniano Enrique Javier Rosich Vargas, que llegó al Chad con 28 años, en 1981, y allí ha permanecido hasta hoy, es el misionero que ha presentado con su testimonio la labor que busca reconocer y apoyar el Domund, o Domingo Mundial de las Misiones.
Antes de ser misionero, trabajaba como oficinista de publicidad en Madrid, algo que le aburría bastante y tampoco daba mucho sentido a su vida. Hasta que la curiosidad le llevó a la llamada de África, y de Dios.
"Yo trabajaba cerca de donde están los misioneros combonianos [en la calle Arturo Soria, en Madrid]. Saliendo del trabajo pasaba cerca de la puerta, vi que había un museo africano y por curiosidad fui a ver qué era aquello. Viendo las cosas de la cultura africana empezó ya a darme vueltas en la cabeza que el mundo es muy grande y se me abrió un horizonte que no había previsto. A partir de ahí Dios empezó a llamar a mi puerta y no se me quitaba de la cabeza. Yo pensaba: 'no quiero estar toda mi vida en una oficina, quiero algo más interesante'".
Dejó su trabajo y se fue a estudiar teología y francés a París e ingresó en los misioneros combonianos. Quien quiera hacer la prueba de visitar el Museo Africano de Madrid y ver si siente la llamada a ser misionero o simplemente aprende cosas de África, puede consultar horarios y visitas aquí, es siempre gratis).
Llegó a Chad en plena guerra
Llegó a Chad cuando el país sufría una guerra civil y pocos misioneros se atrevían a ir allí. Tuvo que vivir confinado un tiempo, no por un virus, sino por el odio entre hombres armados. No podía salir a evangelizar pero los cristianos chadianos le dijeron que apreciaban su presencia: "antes éramos hermanos en Cristo, ahora somos hermanos también en el sufrimiento”, le explicaron ellos.
El misionero afirma que una de las ventajas de esta joven Iglesia es que no hay una tradición para decir “esto siempre se ha hecho así”, sino mucha creatividad para que el Evangelio crezca. Enrique confiesa que “ha descubierto mejor a Jesús gracias a ellos”; un catequista le dijo una vez que “Jesús no cambia su palabra”, aunque sea difícil, como cuando te dice que tienes que “amar a los enemigos” (y el enemigo lleva un arma para matarte), y por eso, muchos le abandonan.
Enrique Rossich cuando era un misionero más joven
Del campo a la ciudad
En Chad empezó su tarea en una parroquia rural, Sta. María Beyondo (rural en África significa muy, muy rural). Después, pasó a una parroquia de ciudad, San Kisito de Begur. Eran dos mundos muy distintos. Después, en Yamena, la capital, fue maestro de jóvenes universitarios, educador del mundo estudiantil y también en el seminario. Actualmente está en la diócesis de Doba donde enseña en la escuela a los laicos para que sean catequistas.
Y así acaba siendo misionero comboniano, ejerciendo una labor crucial de diferentes tipos: "He trabajado en parroquias rurales, he visitado poblados, he vivido en zonas donde no hay caminos y cada vez que vas a un pueblo es como si hicieras el rally del París-Dakar. Aquí una parroquia es casi como una diócesis, haces kilómetros y kilómetros. He trabajado en dos parroquias de dos ciudades. He dado clases en el seminario mayor durante unos años. He sido capellán de universitarios y luego me he ocupado de una escuela diocesana de catequistas y familias".
Conocer la primera generación de cristianos de un lugar
Además Enrique cuenta que ha tenido "la suerte de vivir en la Iglesia más joven de África. El primer misionero del Chad llegó en el año 1929. Por eso he conocido la primera generación de cristianos de este lugar. Cuando llegué, los curas y monjas éramos todos del primer mundo por decirlo de alguna manera. Poquito a poquito he ido viendo crecer esa Iglesia de forma que a día de hoy, soy el único blanco de la diócesis".
Actualmente Chad tiene casi 16 millones de habitantes: la mitad son musulmanes, un 25% son cristianos de distintas denominaciones, el resto siguen las religiones animistas tradicionales.
Enrique Rosich es muy consciente de la importancia de la labor que realizan los misioneros porque lo ha vivido en primera persona. Y por eso sabe también la importancia que tiene el día del Domund: "Creo que anunciar el Evangelio es anunciar a Jesús y pienso que es necesario darse cuenta de que eso no es algo que nos pertenece a nosotros, sino a todos, especialmente a la gente más necesitada".
En el Chad "somos 27 curas en toda la diócesis, no sé cuántos hay en la diócesis de Madrid por ejemplo", explica. (En la diócesis de Madrid hay unos 3.000 sacerdotes, según Catholic-Hierarchy, una cantidad desproporcionadamente alta para España, aunque muchos están de paso o estudiando y otros muchos son de edad muy avanzada).
"La mies es mucha, pero los obreros pocos, y hay que continuar rezando al dueño de la mies", exhorta este misionero, cazado para la Misión, "por casualidad", en un museo.
Es posible ayudar a las misiones en esta época dura de coronavirus con donativos AQUÍ al DOMUND de Obras Misionales Pontificias
Tráiler del DOMUND 2020 con el lema "Aquí estoy, envíame"