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Vida Nueva) Con motivo del Día del Apostolado Seglar, que se celebra el día 11 de mayo, la revista Vida Nueva busca hacer un retrato de la situación del laicado y de los principales retos de futuro que ha de asumir, y lo hace
a través de la opinión de un amplio número de personas de todos los ámbitos: eclesial, seglar y docente, entre otros. La mayoría de las firmas han coincidido en señalar que, aunque se ha avanzado mucho en cuanto a la presencia y participación de los laicos en la Iglesia, aún queda mucho camino por andar para conseguir que asuman el papel que, como cristianos, les corresponde.
Joan Piris, obispo de Menorca, reconoce la parte de “culpa” que los clérigos pueden tener en la escasa presencia de los laicos en las tareas pastorales, pues “llevamos años (¿siglos?) de una Iglesia y una pastoral muy ‘clericalizada’ (por necesidad o por inercia), y hay que aceptar que queda mucho trabajo por hacer y no siempre sabemos cómo hacerlo”. No obstante también considera que en niveles menos intraeclesiales “la voz que más suena para iluminar y/o regenerar a la luz del Evangelio los problemas sociales, culturales…, no es laical”. Lo que ambas partes (Iglesia y laicado) esperan la una de la otra es, en opinión de
Piris, una misma cosa: el diálogo, la comunicación. “Tenemos mucho miedo al ‘disenso’ porque puede provocar divisiones que nadie quiere, pero nos molestan los silencios que tratan de evitar posibles enfrentamientos”, afirma el prelado, quien está convencido de que hay que tener la valentía de hablar, “aún a riesgo de ‘pasarse’ en algo”. El futuro de los laicos, concluye
Piris, debe pasar “por una vida cristiana más ‘vigorosa’ y lo más coherente posible”, aunque éstos no deben olvidar su “misión” de anunciar también de palabra el Reino, para lo que considera necesaria la formación.
Pedro José Gómez, profesor de la Universidad Complutense y del Instituto Superior de Pastoral de Madrid, observa actualmente muchas diferencias en el papel que ocupan los seglares dependiendo de la diócesis en la que se encuentren. “Mientras en el País Vasco y, en menor medida Cataluña, los laicos asumen serias responsabilidades, en otros lugares su papel es, sobre todo, pasivo”, cita como ejemplo de lo anterior.
Gómez es claro cuando habla de lo que el laico espera de la Iglesia: que sea “un espacio para creer en Dios, crecer como personas y crear un mundo más humano”. La jerarquía, por su parte, “sólo debería esperar de los laicos que fueran verdaderos seguidores de Jesús”. Entre las misiones “cruciales” de los laicos –para lo que advierte que antes deben vencer algunas “patologías”-, el profesor cita: la identificación de las preocupaciones verdaderas de las personas, inventar un lenguaje de la fe que entienda todo el mundo, ofrecer la fe en los ámbitos donde viven, mantener la indignación ante la injusticia y ofrecer “una cura de realidad a algunos pastores”. El religioso marianista
Ignacio Zabala, anterior presidente de la CONFER, observa con tristeza muchas actitudes de los laicos en uno de los ámbitos donde, en su opinión, tienen mayor responsabilidad: la familia. Lamenta cómo muchos padres se preocupan poco de educar a sus hijos “en la austeridad, el esfuerzo, la solidaridad y la aceptación de la pluralidad”. Resume en cuatro elementos lo que esperan los laicos de la jerarquía: sentirse escuchados y tenidos en cuenta, que la comunión no sea entendida como un sinónimo de uniformidad, que los eclesiásticos sepan valorar los logros del mundo en que vivimos y que no se oculte parte de la verdad para difundir y defender unas ideas. En cuanto a lo que espera la jerarquía de los seglares,
Zabala señala el “compromiso creciente en su implicación en la comunidad cristiana”, que los laicos se formen para poder asumir las responsabilidades que están demandando en la estructura eclesial y que no se rompa la comunión con la jerarquía por culpa de críticas despreciativas, distanciamiento de corazón y discrepancia no razonada de las opiniones de los clérigos. Por último, el sacerdote ve en la aparición de determinadas comunidades y grupos, una de las esperanzas de la Iglesia actual. Pero también ve necesario que la mujer cobre un mayor protagonismo en la comunidad cristiana laica, cuyos miembros, ante todo, deben ser “constructores del Reino inmersos en el entramado social”. Vida Nueva recoge también en el
Pliego, las aportaciones que a este debate hacen otras firmas como:
Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela y presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar,
Juan José Rodríguez, presidente del Foro del Laicos,
Loreto Ballester, Directora General de la Institución Teresiana,
Antonio Cartagena, Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar y
Cecilia Barreda, vicepresidenta de CONFER, entre otros.