(R.B./ReL) Benedicto XVI terminó ayer sus dos semanas de vacaciones despidiéndose de las fuerzas del orden, bomberos y protección civil agradeciéndoles de corazón su servicio tan competente, discreto y eficiente. «Habéis sido como ángeles, invisibles pero al mismo tiempo eficientes. He disfrutado de una paz celeste, nada malo, ninguna distracción podía entrar. Y lo podían hacer tantas cosas buenas, materiales e inmateriales.... He estado rodeado de un silencio increíble: sólo el canto de los pájaros, la música presente del Creador». Benedicto XVI ha bromeó también con su ángel de la guarda que no ha impedido su accidente. «Quizá –ha dicho el Papa- el Señor quería de mí más paciencia y humildad, darme más tiempo para la oración y la meditación». Hacia las cinco de la tarde el Papa abandonó en helicóptero el Valle de Aosta. Más tarde, desde Turín el Pontífice se desplazó en avión hasta Roma y desde allí en automóvil a la residencia estival de Castelgandolfo. El sábado 1 de agosto, está previsto que reciba a un centenar de atletas que han participado en el Mundial de Natación de Roma 2009 y desde el próximo domingo rezará el Angelus en el balcón del patio central de Castelgandolfo. Las audiencias generales se celebrarán regularmente a partir del miércoles 5.