(Nicolás de Cárdenas/ReL) Del 10 al 14 de agosto y bajo el título «Eutanasia y suicidio asistido. Un derecho del siglo XXI» tendrá lugar en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander un Curso Magistral dirigido por Luis Montes, el anestesiólogo involucrado en la polémica de las sedaciones en el Hospital Severo Ochoa de Leganés. Según la información de la propia Univerisidad, Montes «promoverá el reconocimiento legal del derecho a la disposición de la propia vida», para lo que contará durante los cinco días del curso con juristas, periodistas, médicos y bioéticos entre los que se encuentra el jesuita español Juan Masiá Clavel. Según la nota de presentación de la propia universidad, durante el curso los ponentes invitados por el doctor Montes «debatirán sobre las bases éticas, legales y médicas en las que debe sustentarse ese derecho y conocerán las experiencias de otros países quer contribuirán a racionalizar una discusión que, según este especialista, en ocasiones se pierde en la visceralidad y el fundamentalismo». El papel de Masiá se circunscribirá a los asuntos referidos al «pluralismo ético y los malentendidos en torno a la eutanasia». El controvertido Juan Masiá El jesuita Juan Masía Clavel saltó al ruedo mediático español en 2006, cuando sus reflexiones favorables al uso del preservativo acabaron con su carrera universitaria al frente de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas. En concreto, Masiá aseguraba: «Me sorprenden los malentendidos sobre ética y sobre Iglesia y sociedad en nuestro país. Por ejemplo, el caso -mitad cómico, mitad anacrónico- en torno al preservativo; uno no sabe si reir o llorar. Ni siquiera tenía que ser problema. No sólo como prevencíón de un contagio, sino como anticonceptivo corriente, se puede usar para evitar un embarazo no deseado y evitar el aborto. Hace mucho que la teología moral seria ha superado ese falso problema. Aunque diga lo contrario un dicasterio romano o los asesores de una conferencia episcopal, olos que redactan para el Papa un discurso, se puede disentir en la Iglesia por fidelidad a la misma Iglesia. Sobre todo, sabiendo que i es cuestión de fe, no es cuestión moral, ni es cuestión de pecado. Es cuestión de sentido común, responsabilidad y buen humor». Sin embargo, en una entrevista concedida a 21RS en aquellas fechas, aseguraba que una de las razones de su cese fue que «buena parte de la Conferencia episcopal adopta una postura beligerante e identificada con la ultraderecha» al tiempo que aseguraba que en la Iglesia «hay miedo a todo: al marxismo, a la mujer, a los laicos, a hablar». Pero esta no es la única «disidencia» teológica, moral o ideológica, que ha llevado a Masiá a tener que dejar de publicar en España recientemente. También apoyó a quien será su anfitrión en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, el anestesista Luis Montes, en el caso de las sedaciones en el Hospital Severo Ochoa de Leganés, recogido por la periodista Cristina Losada en su libro «Morfina roja» (LibrosLibres). Aquél caso llegó a los tribunales, para dirimir algunas denuncias sobre prácticas irregulares en el Servicio de Urgencias del citado hospital. Como explica Losada, «la primera irregularidad consistió en que Montes dedicara un espacio en un servicio de Urgencias a la administración sistemática de sedaciones terminales. Pero hubo más. Menciono algunas: parte de las sedaciones no estaban indicadas; las dosis de fármacos eran muy altas; las combinaciones usadas potenciaban los riesgos; no estaba documentada la condición terminal de pacientes que fueron sedados. Es lo que dicen los informes: hubo sedaciones no indicadas, contraindicadas e inadecuadas. Esos informes no fueron ni pudieron ser anulados por la decisión de la Audiencia que ordenó suprimir la referencia a la mala praxis del auto del juez». La supresión de esa referencia, pero no la irregualridad de las sedaciones, le fue suficiente al murciano Masiá para darle la «enhorabuena» al doctor montes y hacer la siguiente recomendación, en la que, de paso, apoya el adoctrinamiento de Educación para la Ciudadanía: «Parece que vamos a necesitar una nueva asignatura. No basta con que el alumnado curse Educación para la ciudadanía (asignatura que obviamente debemos apoyar todos, sobre todo, los católicos que defienden los derechos humanos), sino que hará falta otra asignatura para obispos y políticos, que se podría titular Educación para la Polifonía: a ver si aprenden de una santísima vez a escuchar la polifonía de voces de la pluralidad democrática, de la laicidad, de la ciencia y de la conciencia...».