(Nicolás de Cárdenas/ReL) Dos años después de la implantación de las asignaturas referidas a Educación para la Ciudadanía, la batalla legal y objetora que han ofrecido los padres es innegable. Sin embargo, el papel de los colegios ha sido desigual, incluidos los colegios, en su mayoría concertados, sostenidos por congregaciones o movimientos de la Iglesia católica. Así lo considera uno de los mayores expertos en Educación para la Ciudadanía, Mariano Bailly-Bailliere, autor del blog
Diario de un padre objetor en el que ha planteado un decálogo para identificar a esos centros educativos que se oponen «de perfil» a estas asignaturas. Así, Bailly-Bailliere identifica algunas actitudes que pueden poner en alerta a los padres que no estén dispuestos a que la educación de sus hijos pase por ciertos contenidos reservados a los padres según establece la Constitución Española. Son los siguientes: «
1. Te dicen que la Educación para la Ciudadanía «es un horror», que la tienen que impartir porque no les queda otra que acatar las leyes, pero que la van a adaptar al ideario. ¿Pero es que esta asignatura impuesta a marchamartillo se ha diseñado para que cada centro explique en su horario lo que le de la gana?
2. Te tranquilizan diciéndote que, si la situación cambiara y no les permitieran explicar una EpC adaptada, «les tendrían enfrente». Ya: no se oponen de primeras, se inventan triquiñuelas ilegales para cumplir la ley «a su manera» y, pasado el tiempo, cuando se haya impuesto la EpC y los inspectores les aprieten las tuercas, van a enfrentarse… Ya. Claro.
3. Descubren que la implantación de las asignaturas de EpC «es una estupenda ocasión para transmitir valores». Y yo me pregunto ¿qué hacían hasta que llegó ZP?
4. «Respetan» la decisión de los padres objetores, pero impiden que plataformas de padres objetores o asociaciones expliquen el verdadero calado de la situación. Como mucho, a petición de los padres, se les tranquilizan desde la dirección. Pero no explicándoles el alcance de la EpC, sino asegurándoles el respeto, por parte del centro, al ideario.
5. Procuran tramitar las objeciones de los padres, aunque, a menudo, se les traspapelan o se retrasa su presentación ante la Consejería de Educación. Tampoco dicen la cifra de objetores del centro «por respeto al derecho a la intimidad». Eso sí, en «petit comité» se les llena la boca diciendo que son los centros que más objeciones han presentado.
6. «Respetan» a los alumnos objetores, pero procuran convencerles, de uno en uno, para que entren en clase porque «en realidad no es clase de EpC» y les va a venir muy bien. No cuestionan la objeción con sus padres, que son los verdaderos responsables. Actúan con los alumnos aplicando desde el engatusamiento a la amenaza de no titular.
7. Si lo pueden evitar, los centros no informan oficialmente a los padres de que se implanta Educación para la Ciudadanía. Muchos mintieron negando que se implantaba Educación Ético-Cívica asegurando que lo que se iba a impartir era «la Ética de toda la vida». Tampoco han informado que este curso se implanta la EpC en 5º ó 6º de primara. Y es que, ¿para qué alarmar a los padres si hemos confiado nuestros hijos al centro? Ya se preocupan ellos de velar por nuestros intereses. ¿Quiénes mejor que ellos saben lo que en realidad deseamos para nuestros hijos?
8. Cuando un padre cuestiona la asignatura y plantea en el centro su objeción, los directivos del centro le echan en cara que su acción, en el fondo, revela una falta de confianza en el propio centro. ¿Cómo vamos a adoctrinar a tu hijo en EpC? Nada de eso. Aquí adaptamos la EpC. ¿Y el testimonio público que supone objetar y suspender la asignatura? Bueno, eso es problema de «los demás». No tiene sentido plantear la objeción en un centro concertado. Oiga, pero es que yo no objeto al centro sino a la ley. Mira, déjate de líos, y mantente caliente en la burbuja. No seas Quijote, que lo pagarán tus hijos.
9. Cuando está a punto de finalizar el curso ofrecen al alumno objetor toda suerte de posibilidades para que apruebe la asignatura y no figure en las actas como objetor de cara a la inspección. El centro hace un despliegue de benevolencia para «acoger a las ovejas descarriadas» -a los empecinados- y proponerles un aprobado casi «por la cara». Mira, así no estropeáis el expediente de vuestros hijos, no les dañáis de cara a las becas, a la promoción, etc. Y es entonces cuando al padre objetor se le queda cara de memo pensando «llevamos así todo el curso y estos no se han enterado de lo que es una objeción o de lo que nos estamos jugando». Lo que hay que oir…
10. Cuando un directivo o profesor se encuentra con un padre objetor le suele pasar la mano por el hombro y musitarle sonriente: «¿Qué tal va la cosa? Ya sabes que apoyamos a tope…». Ya lo sabemos. Por eso hemos parado la ley. Porque todo el mundo ha arrimado el hombro guiado por sus principios y sacrificando lo que hubiera lugar. Porque estaba en juego la libertad de educación y así nos hemos evitado las amenzas que podrían haber llegado: la abolición de la educación diferenciada, la educación sexual de la ley Aido, etc. Menos mal que algunos siguen manteniendo que, frente a la objeción de conciencia, caben planteamientos más inteligentes…».